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ENTREVISTA A GABRI RÓDENAS
Por Emmain |
Os recomendamos un libro de Gabri Ródenas: La abuela que cruzó el mundo en una bicicleta. Es una historia muy ágil, dura pero no dramática, y cargada de enseñanzas. Hay quien dice que es un libro mágico y quien lo califica de necesario. Tenemos la suerte de entrevistar a un autor consolidado destinado a dar mucho que hablar.
¿De dónde surge la necesidad de escribir ficción?
En realidad, la ficción siempre ha sido mi género predilecto. Si lo preguntas por mi formación, primero fui (y soy) escritor y después filósofo.
¿Podemos decir que La abuela que cruzó el mundo en una bicicleta es una fábula moderna? ¿Es una historia de resiliencia llevada a la máxima potencia?
Sí a ambas preguntas. Y, si me lo permites, añadiría que muy necesaria. Vivimos en tiempos de pesimismo e ira desproporcionados y considero que no nos vendría mal un poco de ‘‘buen rollo’’ (pero del verdadero).
Un profesor de Murcia se pone en la piel de una anciana chilena que vive en México. ¿Por qué mujer? ¿Por qué anciana?
Siendo yo hombre, escribir en la piel de una mujer suponía un reto apasionante. Lo de anciana... Nuestros mayores no suelen tener mucha representación —y mucho menos protagonismo— en la ficción, cuando, en realidad, son una fuente muy valiosa de sabiduría. Sin duda, deberíamos prestarles más atención y tenerlos en consideración, tal y como se hace en civilizaciones más ‘‘primitivas’’.
¿Por qué sitúa su nacimiento en Chile?
Lo cierto es que la novela está inspirada en una historia real, la de Elena, una anciana chilena que a sus 90 años recorría veinte kilómetros al día para vender sus huevos, su único medio de subsistencia. El actor Ashton Kutcher hizo correr la voz... Y ésta es mi versión (ampliada y ficcionalizada) de aquella historia.
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‘‘Movimiento, amor, amabilidad y dulzura: herramientas para un cambio verdadero’’
Y enseguida llega México. Siendo usted filósofo todo tiene un sentido...
Adoro México, una tierra fascinante, llena de contradicciones, color y espiritualidad. No es la primera vez que mis historias —o parte de ellas— se desarrollan allí. Y algo me dice que así seguirá siendo [risas].
¿Qué significa la bicicleta?
Las sonrisas y los alfajores son los otros dos ‘‘vehículos’’ de la anciana, ¿no?
Movimiento, amor, amabilidad y dulzura: herramientas para un cambio verdadero. Es hora de recuperar el contacto humano, ¿no crees?
Interesante la frase: ‘‘pensar, hacer y sentir se habían convertido en una misma cosa’’. ¿No deberíamos todos vivir así de alineados?
En mi opinión, sí. Esa frase que mencionas es un guiño al concepto zen mushin (no-mente).
También resulta muy particular que las grandes lecciones las dé una mujer que es analfabeta. ¿Es una manera de reconocer que los libros no siempre nos hacen más sabios?
Así es. Es más, en ocasiones el exceso de cultura nos aleja de la inmediatez, de las sensaciones, y solo sirve para enmascarar una serie de deficiencias. Después de todo, la cultura no siempre ha estado a disposición de la mayoría y aquí seguimos. Algo bueno debe de haber hecho la humanidad sin necesidad de recurrir a los libros —ésos que tanto amo y que considero tan necesarios, que no se me malinterprete—.
Eres Doctor en Filosofía. ¿Para qué sirve la filosofía en este mundo de pantallas, reggaeton y millonarios por patear balones?
Deleuze decía que la filosofía sirve para denunciar la bajeza del pensamiento bajo todas sus formas, para hacer de la estupidez una cosa vergonzosa. Estoy muy de acuerdo, aunque, si he de ser más amable, diría que sirve para potenciar el pensamiento crítico y permitirnos encontrar soluciones más sensatas y humanas a muchos de los problemas y cuestiones que nos acechan.
¿Lo único constante es el cambio?
Trata de bañarte dos veces en el mismo río, como decía Heráclito [risas].
¿Qué hace que los gatos sean tan maravillosos personajes novelescos?
Desde mi punto de vista, son seres mágicos. Adoro a los gatos (tengo dos) y aprendo muchísimo de ellos.
¿Pueden tus lectores esperar nuevas aventuras de lo que podría ser una saga?
Soy bastante imprevisible, pero te responderé diciendo que no tengo en mente escribir una saga (concepto que me aburre un poco, por cierto). Lo cual no significa que los lectores que se enamoren de esta pequeña historia deban sentirse desanimados. Quienes se animen a seguir adentrándose en mi obra, sobre todo en la que está por llegar, percibirán un claro ‘‘aire de familia’’.
Cuéntanos la experiencia de colaboración con Marsi Bionics, una empresa que construye exoesqueletos para que niños con lesiones locomotrices caminen. Donaste un euro por cada libro vendido de tu libro Los pasajeros. Algo me hace pensar que tú, si los conoces de cerca, has recibido algo más valioso que lo material...
Me gusta pensar en la literatura como una forma de ‘‘activismo’’ y cooperación. Si puedo ayudar, aunque sea de un modo modesto y humilde, así lo hago. Pienso que somos nosotros, los ciudadanos y ciudadanas, quienes debemos implicarnos y ayudar a todos los que podamos y del modo que sea. Los de arriba —sean quienes sean— no lo van a hacer. El proyecto de Marsi Bionics cumplía un montón de cualidades para que me interesase por su causa. Debo señalar, no obstante, que no me gusta mucho alardear de este tipo de cuestiones. Soy más de ‘‘que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha’’ [risas].
¿Puede un libro cambiarle la vida al lector?
Bueno, puede empezar a hacerlo.
¿Qué tres libros nos recomiendas?
El salvaje, de Guillermo Arriaga.
El Hagakure, de Tsunemoto Yamamoto.
Lo que sucedió cuando me rompiste el corazón, de mi querida amiga y editora Rocío Carmona.
¿Un consejo para los lectores de Karma?
Que sigan leyendo, que disfruten de la vida, que se amen a sí mismos y a sí mismas y que, en la medida de sus posibilidades, contribuyan —aunque sea mediante pequeños gestos— a hacer de este mundo un lugar mejor para todos y para todas.
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