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ENTREVISTA A ALEJANDRO LORENTE
Por Emmain |
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Alejandro Lorente es un hombre con muy buen planta, un tipo encantador además de inteligente que va consolidándose como autor de éxito y divulgador de otras medicinas, algunas tal como las aprendió y otras de su propia cosecha. Vive en Alemania pero recientemente volvió a su país de origen para presentar su último libro e impartir unos talleres que seguramente resultan apasionantes. Compartir un tiempo con él es un placer y leer sus palabras es además un regalo.
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¿Cómo se define a sí mismo Alejandro Lorente?
Un médico amigo me definió como un ‘‘argonauta de la salud’’. Me gusta mucho y me siento muy identificado con esta definición. El argonauta es el marinero que necesita de aliados inesperados para salir airoso de las aventuras. Siento que cada vez tengo más aliados en todas las corrientes médicas, que para mí son sólo una.
¿Qué es ser Heilpraktiker?
Es una titulación oficial del Estado alemán que te permite ejercer la Medicina Natural con potestades médicas, desde el diagnóstico al tratamiento. En rigor sería un médico naturista.
No existe homologación de esta titulación en España, ¿verdad? ¿Se está trabajando para que esto deje de ser así?
Hemos fundado una asociación, AIDMI (Asociación Internacional para el Desarrollo de la Medicina Integrativa) que persigue una titulación similar para España.
¿Cuándo dejó la Medicina de ser ‘‘natural’’?
Cuando el médico dejó de escuchar los signos y las palabras del paciente para centrarse en los aparatos y la tecnología. Los métodos de diagnóstico son una bendición, pero nunca deberían estar en el primer plano del tratamiento.
¿Cuál debería ser el escenario de salud nacional apropiado?
No es demasiado difícil. Si invertimos la proporción actual entre prevención y curación la gente estará más sana e invadirá en menor medida los centros de atención primaria y los servicios de urgencias. El sistema sanitario tiene mucho que ver con la educación: educación escolar y educación familiar. En los hospitales no se suele comer de manera demasiado sana, algo que no deja de asombrarme.
Los numerus clausus de acceso a Medicina deberían dejar paso a una serie de pruebas que valoren por igual la capacidad cognitiva y la empatía.
¿El dolor es un maestro?
En mi caso es un gran maestro, sin él no recorrería ahora el mundo con un mensaje de salud.
¿Para ser un buen terapeuta es necesario haber vivido experiencias límite?
No necesariamente, aunque es frecuente que los buenos terapeutas hayan tenido que superar situaciones complejas. La empatía nos permite comprender las situaciones límite de otros. El dolor (pathos) propio nos permite entrar en el dolor de otros (empatizar).
¿El haber practicado deporte a alto nivel te ha conformado como persona y como profesional?
He sido un remero de élite fracasado por las lesiones y sobre todo por la enorme carga que me autoimpuse. En este sentido, ha sido una de las experiencias más importantes de mi vida: he aprendido que la frustración puede traer consigo mensajes maravillosos. No hay que lograrlo todo, pero no nos queda más remedio que aceptar lo que nos depara la vida, sin caer en el adocenamiento. El deporte es una escuela de lucha.
¿Qué opinas de este boom por el ejercicio físico en el que muchos se calzan las zapatillas y pelean contra el paso del tiempo?
Cuanto antes aceptemos la vejez y la muerte como partes esenciales de la existencia, menor será el sufrimiento. Suelo trabajar mucho con la idea del Yo futuro, esa persona que seremos con 80 años y que nos permite ver la vida con perspectiva. A mí personalmente me gusta ponerme las zapatillas e irme a correr, pero sobre todo porque estuve casi 15 años sin apenas poder dar un paso sin un dolor terrible. Ahora corro, pero sin prisa, disfruto del viaje. Y mi cuerpo me lo agradece.
¿Estar sano es un arte?
Es probablemente el gran arte de la vida. La salud la entiendo desde el concepto de la Salutogénesis. Alguien que está enfermo puede tener un alto grado de salud y podemos decir que en nuestra sociedad proliferan las personas enfermamente sanas.
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‘‘Estar sano es el gran arte de la vida’’
Del 1 al 5, qué tanto importan las siguientes circunstancias para estar sano:
- La alimentación: 5. Ahora, comer sano no significa hacerlo de manera pluscuamperfecta. La ortorexia, la búsqueda de la perfección alimentaria, es tan insana como la mala alimentación. Creo que incluso más, ya que genera mucho estrés. Bendecir lo que uno come (y no estoy hablando de religión) y comer en buena compañía forman parte de una buena alimentación.
- La vida social: 5. Aunque aquí hay que puntualizar que alguien que no ha aprendido a estar solo es de algún modo un incompetente social.
- La respiración: 5. Somos el único animal que desaprende el arte de la respiración. Y lo hacemos a los pocos años de vida. Compara a un bebé con un señor mayor, que más que respirar inhala bocanaditas.
- El sentido del humor: 5. Decía Díaz Alegría que Dios es el humor trascendental.
- El sexo: 5. El sexo con amor es la quintaesencia del paraíso. En el amor sin sexo algo falta, creo yo.
- Un buen trabajo: 5. Este trabajo no solo es aquél en el que nos pagan bien, sino en el que vemos un sentido que a ser posible nos trascienda. Gestionar bien el desempleo es igual de importante que cumplir con el trabajo que nos toca realizar en un momento dado.
- La estabilidad económica: Como dicen los alemanes, el dinero no lo es todo, pero tranquiliza una barbaridad.
- La capacidad cognitiva: A veces, ser capaz de captar la complejidad de la realidad nos ayuda, por ejemplo a la hora de conseguir un buen empleo. Pero muchas veces sería preferible no darse cuenta de muchas cosas. Los memos suelen ser bastante más sanos que las personas que usan su mente para buscar gatos negros en habitaciones a oscuras donde además no hay gatos.
- La capacidad de aceptación: otro 5. A lo largo de las últimas generaciones nos ha dado por enseñar a nuestros hijos que son lo único importante y que podrán conseguir lo que quieran. Esto ha generado una expectativa demoledora y una manifiesta incapacidad de manejar la frustración.
- El miedo: En pequeñas dosis es vital, aunque hay un miedo generalizado, relacionado con la pregunta anterior, ante la incapacidad de cumplir con las expectativas que nos marca la familia, la sociedad y, lo peor de todo, las que nos autoimponemos.
¿Cuál debería ser la actitud de las personas frente a un desafío de salud?
Cuanto antes seamos capaces de vernos con perspectiva, más herramientas tendremos. Es importante la capacidad de coping, de enfrentarnos a las vicisitudes adversas, algo que se traduce en un SOC (sense of coherence, sentido de coherencia) más o menos alto. Este SOC se compone de tres pilares: nuestra capacidad de explicarnos las cosas, nuestra capacidad de manejarlas y nuestra capacidad de darles un sentido.
Cuanto más alto sea nuestro SOC, que para mí tiene que ver con la autoestima basal, mayor será nuestra capacidad de resiliencia. Antonovsky, el creador del concepto de Salutogénesis, pensaba que el SOC era algo inamovible: si lo tienes alto, pues qué suerte has tenido. Y si no es así, peor para ti. No habría nada que hacer. Creo que el SOC (y con él la autoestima) es como una cuenta corriente en la que se ingresa una determinada cantidad mensual. Si nos rodeamos de personas nocivas, de alimentos nocivos y de situaciones nocivas, esa cuenta corriente estará sin fondos. Y esto lo confundiremos con un bajo SOC o una baja autoestima. Un paciente que sufría los maltratos de una mujer (algo que por cierto ocurre cada vez más, aunque sin la virulencia terrorífica de la que suelen hacer gala los maltratadores) me contó que su abogada le dijo que él no tenía un problema de autoestima, sino una esposa psicópata. El hombre era atractivo, tenía buenos amigos, un buen trabajo, una familia de origen estupenda, lo que determinaba de algún modo sus ingresos mensuales de autoestima. Pero el gasto emocional mensual en aquella mujer enferma le dejaba sin fondos nada más empezar el mes. Hay dos cosas muy recurrentes hoy en día a la hora de justificar la gente su infelicidad: la depresión y la baja autoestima.
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‘‘La mayoría de la gente ni se imagina lo que es una verdadera depresión.
Confunden incapacidad de gestión de la frustración con depresión,
al igual que confunden la mala gestión de sus recursos emocionales con una presunta baja autoestima’’
¿Qué influencia tiene la mente en lo que manifiesta el cuerpo?
Para mí el cuerpo es mente y la mente es cuerpo. Un trastorno metabólico puede enajenarnos, y una falta de control mental nos dañará igualmente el cuerpo.
¿Acostumbramos a ser bobos emocionales?
Todo ser humano puede vivir en los niveles de los que hablaba Berne, el creador del análisis transaccional: niño, progenitor o adulto. La realidad es que entre los adultos hay demasiada gente que no ha aprendido a salir del nivel de niño, están enquistados en él. La pena es que muchas veces se trata de niños malcriados y bobos, a veces de más de 50 años y no de niños divertidos y amorosos.
¿Nuestra relación con animales de compañía nos aporta ese plus de afecto que estamos teniendo cada vez más dificultades de compartir entre humanos?
Es cierto, y es una lástima que sea así. Un animal de compañía debería ser un compañero, más que una mascota, que no deja de ser una denominación un tanto frívola. Aunque lo ideal sería que nuestro perro o gato no suplantara la necesidad que tenemos los humanos de acariciar y ser acariciados, tanto a nivel de cuerpo y mente, como de alma, a otras y por otras personas. La relación con mi hijo, por ejemplo (al que por cierto llamo ‘‘perrito’’) es probablemente lo más hermoso que me ha pasado en la vida, como también fue algo inolvidable y mágico la relación que tuve con mi perro Krom siendo adolescente. Krom fue mucho más que una mascota, incluso mucho más que un simple compañero. Formó parte de mi familia, me acompañó durante 16 años e incluso hoy día sigo soñando con él.
¿Tu último libro, escrito junto al veterinario Vicente Calderón, marca un paréntesis en tus intereses o es la expresión de una vieja inquietud y sensibilidad?
Para mí, escribir este libro obedece a tres motivaciones.
Por un lado, creo que es importante que se sepa que la acupuntura y la digitopuntura son muy efectivas. Tienen su parte de efecto placebo, como cualquier medicamento alopático o natural, pero cuando has tratado a miles de personas por todo el mundo y has visto a muchos terapeutas y médicos compartiendo tus intereses y prácticas, es evidente que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Investigar conjuntamente con un especialista en medicina china veterinaria la efectividad de la digitopuntura y la acupuntura en perros relativiza en gran medida el efecto placebo. El solo hecho de cuidar y acariciar a nuestro animal tiene un efecto sanador. Pero aquí sí que es menor, por pura lógica, el efecto placebo. Un perro no entenderá que le digas: ‘‘Ahora te aprieto este punto y te mejorará la displasia de cadera’’.
La segunda motivación era rendir un homenaje a mi perro Krom, que me acompañó en la adolescencia y primera juventud y sin el que yo sería, sin duda, peor persona y peor padre.
A ello se suma mi interés por destacar la capacidad terapéutica que tienen los animales sobre las dolencias de sus dueños. Lamentablente (y esto a nivel mundial) poca gente sabe qué perro le hace bien. No nos enseñan las cosas más importantes de la vida: qué amigos me hacen bien, qué tipo de persona me hace bien para conformar una familia, qué trabajo me hace bien. Y lo mismo ocurre con los perros: a una persona con mucho Fuego (desde la teoría china de los Cinco Elementos) le vendrá bien tener un perro Agua, pues este apaciguará su fogosidad. Y si uno ya tiene ese perro que no le sienta también, siempre se puede trabajar en otras facetas de ese animalito y de uno mismo para mejorar la convivencia.
La vuelta a tu perro en 30 puntos es una adaptación de La vuelta al cuerpo en 40 puntos, tu exitoso libro sobre digitopuntura, ¿no?
Efectivamente, el primer sorprendido por el éxito de La vuelta al cuerpo en 40 puntos soy yo mismo. Ya tiene 13 ediciones en castellano y pronto estará traducido a 7 idiomas. Vicente Calderón me sugirió adaptar la obra al mundo canino y me pareció muy interesante la idea.
Vives en Berlín. ¿Cómo ves de salud global a tus compatriotas desde la distancia?
La verdad es que en Berlín cada vez encuentro a más compatriotas. Cuando yo estudié en Berlín oriental, justo antes de la caída del Muro, éramos dos estudiantes españoles en la Universidad Humboldt: mi amiga Charo, una palentina, y yo, un madrileño. Ahora, en las calles de Kreuzberg y Neuköölln, donde vivo, el español es una de las lenguas que más se escuchan. Aunque esto quizás se deba a que los españoles solemos hablar más y más alto. En Berlín trato a muchos españoles que se decidieron, sin saberlo, por el exilio familiar. España vive, a mi modo de ver, un momento de extrema importancia a nivel de salud emocional, algo que sin duda influirá en la salud física de los ciudadanos.
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‘‘Es imprescindible reinventar la familia, que a mi modo de ver es la verdadera causa de la crisis actual. La buena noticia es que por ella pasa también la solución.’’
¿De cuál de tus libros te sientes más orgulloso y por qué?
Todos mis libros son como hijos. La vuelta al cuerpo en 40 puntos me ha demostrado que la sencillez llega a personas de toda condición. Los tres pilares de la salud es para mí un libro muy importante, pues es un relato del argonauta de la salud que recorre los cuatro puntos cardinales en busca de ese bálsamo de Fierabrás que cura las heridas del cuerpo y del alma. En el libro, el argonauta descubre que ese bálsamo surge de la propia persona. El libro actual en el que estoy trabajando, relacionado con la familia y los mensajes que nos graban desde pequeños, tiene toda la pinta de convertirse en la niña de mis ojos. Espero que sus hermanitos no se ofendan.
¿Qué has aprendido de los lectores una vez ya has compartido sus impresiones?
La verdad es que, como decía Borges, el proceso de escribir lo completa el lector, con su interpretación de lo leído. Los lectores y los pacientes son el sentido y la luz del faro de lo que uno escribe.
¿Qué puede ayudar a la gente que siempre posterga el autocuidado, aunque sea a través de la dedicación de un único minuto al día como propones en uno de tus libros?
¿Tienes un minuto al día para mejorar tu salud?, que por cierto ya va por la octava o novena edición, tenía como cometido romper con las excusas. Siempre hay algo que podemos hacer por nuestra salud. A este libro le debo también haberme quitado las excusas para librarme de los pacientes que quieren que les entretenga mientras disfrutan de sus dolencias. En un mundo como el nuestro, donde mal que mal todo el mundo tiene acceso a la sanidad, deberían sobrar las excusas.
¿Crees que todo el mundo que llega a tu consulta tiene una voluntad plena para curarse?
Últimamente bastante más que antes. Pero esto tiene que ver con que soy consciente de que hay poco tiempo y, como sugería un poco más arriba, no quiero perderlo con gente que lo único que busca es que les entretengan el aburrimiento.
Explícanos qué es el sistema mnemotécnico emocional que tú mismo has desarrollado.
Desde pequeño me he servido de la mnemotecnia para aprobar los exámenes. No comprendo eso que los alemanes llaman ‘‘aprendizaje bulímico’’, o sea que aprendo para un examen y luego enseguida lo vomito, como si se tratara de un atracón. Con la mnemotecnia me preparé para el examen de Heilpraktiker del Estado alemán, que otorga potestades médicas a los especialistas en medicina natural. Luego llegó a mis manos el primer libro de Ramón Campayo, Desarrolla una mente prodigiosa, que finalmente traduje al alemán. Con Ramón, campeón del mundo de memoria rápida, aprendí a estructurar de manera más profesional los anclajes mnemotécnicos, algo que ha enriquecido mis cursos de Heilpraktiker y Medicina China.
Con el tiempo he visto que la mnemotecnia es básica, pero que de poco sirve si no se liberan los bloqueos emocionales. Por ello he aumentado cada vez más el componente emocional en todos mis cursos. Si alguien está liberado emocionalmente, lo que hay que aprender entra sin esfuerzo. La mnemotecnia es como tomar un avión para ir de Madrid a Berlín, en vez de ir en coche o en bici. O sea, que llego mucho antes. La parte emocional sería como la capacidad de ir al aeropuerto. De nada sirve que el avión vuele rápido si la carretera de acceso al aeropuerto está atascada y no llego a él.
Me he servido de esta experiencia para abordar el espinoso tema del aprendizaje del alemán en el caso de los hispanohablantes que viven en Berlín. Muchos vienen a mi consulta y me da pena ver que muchas veces se tiran años en Alemania sin ser capaces de aprender ni una palabra de alemán. El problema principal no es cognitivo, sino emocional. De ahí que aborde estos cursos desde un planteamiento Emotécnico, o sea, Emocional Mnemotécnico. Mucha gente no aprende el idioma porque le da vergüenza. ¿Qué es lo que hay que hacer primero, entonces? Pues quitarles la vergüenza, que está asociada normalmente a procesos dolorosos de la infancia. Siempre digo que el que no es capaz de pasar por tonto durante al menos 10 minutos al día es que es tonto de remate.
Dominas muchas técnicas terapéuticas, ¿hay alguna nueva que te llame especial atención y sea tu nuevo reto?
Cada vez me baso más en la terapia emocional. He creado un sistema ecléctico, basado en la auriculoterapia, la hipnosis, la PNL, las constelaciones familiares y una serie de técnicas creadas por mí a lo largo de los años. Lo importante es ofrecer a cada persona lo que más se ajusta a su personalidad y en la justa medida.
¿Ha habido algún libro que te haya cambiado la vida?
Muchos. Hay lectores consumidores de libros y otros a los que los libros les transforman el pensamiento y, por ende, la vida. Yo pertenezco a estos últimos. Puedo decir, sin embargo, que la obra de Ortega y Gasset en su conjunto o la de Borges han dejado impronta en mi cerebro. Luego hay libros como El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, o El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl, que siguen ayudándome a entender el alma humana y, por tanto, a mis pacientes.
¿Existe alguna experiencia terapéutica que creas que al compartirla puede ayudar a alguno de nuestros lectores?
Más que los resultados me impresionan las actitudes de los pacientes. Hoy mismo, por ejemplo, una paciente de 62 años que tuvo polio y que padece una estenosis severa de las lumbares ha dejado la silla de ruedas de lado en cuanto ha cambiado sus creencias, relacionadas con un padre híper-protector que le dejó el mensaje de que jamás podría valerse por sí sola. No es un milagro, ya que ella se mueve por casa con ayuda de muletas, pero verla andar sin soporte de ningún tipo es algo que le alegra a uno la vida. Sobre todo al ver a su hija llorando de alegría. Aunque repito que es su decisión profunda de mejorar la que lo hace posible y no una varita mágica.
¿Hay alguna dolencia que te parezca inabordable, en la que por lo que sea no hayas conseguido buenos resultados o te resulte especialmente difícil de afrontar?
Los acúfenos son bastante tenaces, pues se conectan con los niveles más profundos del estrés. Ahora los tengo como enemigos poderosos a los que me uno para no rendirme ante ellos. Aunque el mal que más me preocupa es el vacío existencial de personas que ni siquiera han sufrido. Decía Heinrich Böll, en boca de uno de los personajes de Opiniones de un payaso, que si tuviera dinero crearía una fundación para ayudar a los hijos de los ricos. Yo he tratado a muchos ricos y a mucha gente paupérrima y diré que los primeros lo tienen más complicado cuando les falla el lado emocional, pues el vacío de raíz es mayor.
Cuéntanos un poco tu concepción del yo futuro que aparece en Los tres pilares de la salud.
El yo futuro es la persona que seremos con el paso de los años y que nos permitirá mirar nuestro presente con perspectiva. En Los tres pilares de la salud lo desarrollo profusamente e incluso ofrezco en mi página una inducción gratuita para conectarnos con él. Se puede encontrar buscando en Google: ‘‘Alejandro Lorente Yo futuro’’. Hay una inducción para luego seguir despierto y otra para dormir.
Me parece muy importante que tengamos una visión positiva de nuestro yo del futuro. No es una cuestión esotérica, del tipo ‘‘pide y se te dará’’. Uno ya puede pedir lo que quiera, que si no trabaja en ello difícilmente lo conseguirá. Pero si yo tengo una visión negativa de mi futuro, como les ocurre a casi todas las personas con enfermedades más o menos graves, tenderé a que ello se convierta en una profecía autocumplida. Si yo me visualizo a los 80 años con una salud fantástica no quiere decir que llegue a los 80 años. Puede que mañana me caiga un meteorito nada más salir de casa. Pero si me visualizo lleno de dolores y problemas y llego a vivir tanto tiempo puedo asegurar que no será otra mi realidad.
Para acabar, un consejo: ¿qué ofrecerías a nuestros lectores para ser más felices?
Rebajar las expectativas, que son la principal fuente del estrés basura. El estrés basura es el que no nos sirve para nada: ni para sobrevivir, ni para conseguir nada. Cuanto menos esperemos de la vida y más agradezcamos lo que ésta nos brinde, mayor será, por lógica, el nivel de felicidad subjetiva.
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