HEMEROTECA- Tomo III |
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JUNIO 1975 – Año IV – Núm. 31 |
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ASTRONAUTICA |
NOS CAE CHATARRA DEL COSMOS |
RIESGOS DE LA ASTRONAUTICA
La lluvia de chatarra cósmica: 25 toneladas del cohete propulsor del ‘‘Skylab’’ cayeron sobre varios puntos del planeta, en uno de los cuales provocaron un ligero seísmo.
El pasado 11 de enero, en las Azores, en Madagascar, en el Índico, en el Pacífico y en las estribaciones andinas, mucha gente de tierra adentro, de las islas o que en aquellos momentos estaban navegando en altamar, pudieron observar extraños fenómenos atmosféricos, como globos de fuego o luces intermitentes –tal vez OVNIS–que en realidad no eran más que los fragmentos, previamente volatizados, de las 25 toneladas que desplazaba la última fase propulsora (en vacío) del gigantesco cohete ‘‘Saturno V’’, que unos veinte meses atrás había instalado en órbita, a 435 km de la altura, a la estación orbital tripulable ‘‘Skylab’’.
Estos falsos OVNIS han sido tema de los más variados comentarios, desde las protestas del doctor Heinz Kaminski (por el evidente peligro que representa la caída de un fragmento metálico e incandescente a la velocidad de 40.000 km/hora), a las razones técnicas expuestas por la NASA, para justificar la caída de un cuerpo tan importante sobre nuestra atmósfera. Comenzaremos por comentar las razones esgrimidas por la NASA, padre y madre declarados de la extraña criatura.
UN RIESGO ‘‘INFINITAMENTE REMOTO’’
La parte final propulsora, de 25 toneladas, que sirvió para poner en órbita al ‘‘Skylab’’ norteamericano en 1973, cayó durante la noche del 11 de enero sobre la Tierra, como consecuencia de la fricción de las últimas moléculas atmosféricas en el perigeo de la órbita seguida por dicha fase propulsora, que una vez desplegada del ‘‘Skylab’’ continuó gravitando alrededor de la Tierra, pero perdiendo paulatinamente altura. Esto lo sabían los técnicos de la NASA, quienes habían asegurado que el riesgo representado por la lluvia de ígneos fragmentos que se iba a producir, ‘‘cabía considerarlo como infinitamente remoto’’. Pero los técnicos americanos ignoraban a ciencia cierta dónde caerían los restos del ‘‘Saturno V’’ y sus radares de tierra perdieron su pista sobre el océano Índico. De ahí que los técnicos de la NASA no se pusieran de acuerdo a la hora de predecir el lugar de caída: primero, anunciaron que los restos del supercohete caerían aproximadamente a unos 5º al norte o al sur del Ecuador terrestre. ‘‘Pero, en realidad –añadieron poco después–, también podrían caer en el Atlántico, e incluso en el desierto del Sáhara.’’.
EL HOMBRE PIENSA CONSTANTEMENTE EN ENVIAR GRANDES CANTIDADES DE METAL AL ESPACIO, PARA SACARLE DATOS ESENCIALES PARA EL FUTURO. PERO LA VERDAD ES QUE MILES DE TONELADAS ESTAN CIRCUNDANDO EL GLOBO, CON ORBITA DE ENTRADA EN LA ATMOSFERA.
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RECHAZADOS POR LA ATMÓSFERA
La causa de esta rectificación obedecía, según las primeras explicaciones, al hecho de que, cuando tales fragmentos llegaron a la atmósfera, en vez de penetrar libremente en ella fueron rechazados lateralmente y dieron casi una vuelta completa a la Tierra, antes de penetrar definitivamente en dirección al suelo.
Finalmente, cuando entraron de lleno en la atmósfera, los restos del ‘‘Saturno V’’ se desintegraron por efecto del roce (fuerza viva) con las moléculas más densas de la atmósfera, quemándose y volatizándose en su mayor parte antes de alcanzar la Tierra, a cuya superficie sólo llegaron los fragmentos de mayor tamaño.
Por su parte –son palabras de la NASA– el propio ‘‘Skylab’’ no caerá a la Tierra hasta 1981, siguiendo entre tanto en su órbita, según el plan previsto. Pero el ‘‘Skylab’’ pesa unas 100 toneladas, de ahí la justificada alarma de científicos como el doctor Kaminski, antes citado, cuando se aborda el tema de la ‘‘chatarra espacial’’.
PROTESTAS DEL DOCTOR KAMINSKI
A las 7.40 (hora de Madrid) del pasado 11 de enero, cayeron unos fragmentos del ‘‘Saturno V’’, entre el continente africano y la isla de Madagascar, según informó en su momento el Dr. Heinz Kaminski, director del observatorio de Bochum, especializado en el seguimiento de naves y satélites artificiales.
El mencionado científico se apresuró a declarar que por esta vez ha sido posible evitar una catástrofe, pero añadió que en el futuro será preciso prever la instalación a bordo de los ingenios espaciales de un sistema capaz de destruir en partes lo más pequeñas posible, cualquier fase de proyectiles impulsores de naves o satélites espaciales, con objeto de proteger a la humanidad de todo peligro.
Al parecer, hay contradicción entre las tranquilizadoras informaciones de la NASA y la opinión expresada por el Dr. Kaminski. Pero nosotros estimamos que los técnicos norteamericanos tomarán sus medidas para destruir previamente el ‘‘Skylab’’ –como recientemente hicieron los rusos con su estación ‘‘Sályut 3’’– antes de que su pesada masa se acerque peligrosamente a la Tierra.
Lo que sucede es que, con motivo de la caída del último fragmento del cohete ‘‘Saturno’’, los técnicos de la NASA quizás hayan pecado de confianza al pensar que la atmósfera volatizaría por completo los restos de ese cohete propulsor. O quizá tengan que aceptar un fallo técnico, al no funcionar los sistemas de control remoto que debían accionar una eventual carga destructora…
Sea lo que fuere, también precisa reconocer que a pesar del buen cuidado que pusieron en su previa destrucción, los rusos tampoco pudieron evitar una lluvia de fragmentos ígneos a cargo de los restos de la estación orbital tripulable ‘‘Sályut 3’’.
EXISTE UN CONSTANTE PELIGRO EN QUE “DESPERDICIOS” DEL ESPACIO CAIGAN SOBRE UNA ZONA DE LA TIERRA.
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ONDA SÍSMICA EN LOS ANDES
En la citada noche del 11 de enero, causó gran conmoción en la población del sur de la provincia argentina de Mendoza, limítrofe con Chile, la caída de un gran objeto espacial no identificado (probablemente un buen fragmento del ‘‘Saturno V’’) en una zona deshabitada de la precordillera andina, que a su contacto con el suelo provocó una onda sísmica que hizo vibrar paredes y cristales en las viviendas del Departamento de San Rafael.
Según testigos presenciales, se trataba ‘‘de una bola de fuego que aumentó su fulgor al acercarse a tierra, iluminando una extensa región como si fuese de día’’. Segundos después, se escuchó una fuerte explosión y las casas del citado Departamento argentino comenzaron a vibrar ligeramente, sacudidas por la onda sísmica provocada por el potente impacto.
UNA VACA, LA ÚNICA VÍCTIMA
Entre las advertencias del Dr. Kaminski, para concluir estos comentarios, anotaremos la que hacía referencia a las posibilidades (siempre existentes), de que los fragmentos de nuestra cohetería espacial pudieran causar daños en centros urbanos.
Naturalmente, esas posibilidades son, estadísticamente y geográficamente muy remotas. ¡Pero existen! Lógicamente, los restos del ‘‘Saturno V’’ se consumieron en su mayor parte, de acuerdo con las leyes de la física; es decir, por simple fricción, al entrar en contacto –a 40.000 km/hora, no lo olvidemos– con las capas de aire más densas. Pero ello les hizo alcanzar temperaturas muy elevadas, probablemente del orden de los 3.000, o tal vez más grados centígrados, con lo cual, los restos que llegaron al suelo resultaron doblemente peligrosos. Por supuesto que a nadie gustaría encender su cigarro puro con esta llama caída del cielo… por muy astronáutico que fuese su origen.
La verdad (y todo sea dicho con perdón de las leyes inmutables de la Física), es que siempre queda algún fragmento de cierta consideración capaz de alcanzar la superficie de la Tierra. ¿Se imagina usted lo que sería la caída de una simple lata de sardinas desde allá arriba y a la repetida velocidad de caída libre = 40.000 km/hora? Prescindamos de si en vez de sardinas esa lata llevara ‘‘cerillas’’ ardiendo, porque el caso es que, aún vacía, nos la imaginamos como capaz de atravesar de arriba abajo un edificio de cinco plantas, practicando en él –y gratis, menos mal– un buen orificio para instalar un nuevo ascensor.
De todos modos, las estadísticas mandan y, así como sólo se conocen esporádicas víctimas de salpicaduras causadas por meteoritos, desde el año 1957, es decir en toda la historia espacial, únicamente se ha registrado un caso por defunción causado por impacto de chatarra cósmica. Las autoridades cubanas han manifestado –a propósito del tema que aquí hemos tratado– que en 1960 murió una vaca alcanzada por estos residuos espaciales.
¿Se trataba de restos de un satélite americano, o era ruso el artefacto causante del desaguisado? Lo único que sabemos, para que todo resulte más paradójico, es que la vaca en cuestión no era suiza, sino cubana. Lo ha dicho Fidel Castro, que como ciudadano terrestre que es, también tiene voz y voto en este asunto.
MARIUS LLEGET
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