HEMEROTECA- Tomo III |
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ENERO 1975 – Año IV – Núm. 26 |
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PARAPSICOLOGIA |
DE LA METAPSIQUICA A LA PARAPSICOLOGIA (III) |
LA DOCTRINA ESPIRITISTA
La obra de Allan Kardec dio origen a una doctrina moral basada en una interpretación no probada de ciertos hechos paranormales que, hasta el día de hoy, sus adeptos mantienen con muy pocas variantes en relación a los planteamientos del iniciador francés.
La doctrina espiritista postula la supervivencia del alma y sustenta una moral similar a la del cristianismo: el desprecio de los placeres de los sentidos, el renunciamiento y la caridad. Su originalidad, en este aspecto, radica en dos dogmas fundamentales: la comunicación con los muertos y la reencarnación. (por cierto, hoy estudiada científicamente con el nombre genérico de ‘‘Memoria Extracerebral’’ por los doctores Stevenson de la Universidad Davis, y doctor Banerjee de la Universidad de Jaipur (India) entre otros varios) (1).
Ambas son consideradas como ‘‘verdades experimentales’’ aunque una gran parte de los espiritistas, especialmente los ingleses, que se llaman a si mismos ‘‘espiritualistas’’ permanecen fieles al cristianismo y se niegan a aceptar la creencia oriental de la reencarnación. En términos generales, algunos estudiosos vienen a opinar que el espiritismo aparece situado más cerca del protestantismo que de la religión católica. No acepta la creencia en el demonio, ni el infierno. El hombre, según los espiritistas posee tres partes integrantes: un cuerpo material, que perece con la muerte; un cuerpo fluido o ‘‘pariespíritu’’ que se desprende durante el sueño (en el neo-espiritismo moderno, tiene otro nombre) la hipnosis y el trance, y que origina las manifestaciones supranormales; y, por último, un espíritu perfectible e imperecedero.
LOS MEDIUMS
La transmisión de los mensajes se hace por medio de los encarnados privilegiados que reciben el nombre de médiums. Estos según el espiritismo poseen la facultad de hacer salir momentáneamente de su cuerpo al espíritu y al pariespíritu, para cederlo al espíritu de un ser desencarnado que desee establecer comunicación con los vivos. Pero, despejado el cuerpo, queda al alcance del primer espíritu que venga y se expone también a ser poseído por ‘‘almas ruines’’ (bajo astral) siempre ávidas de engañar o perturbar a los vivientes, presentándose falsamente como personajes famosos, o enviando mensajes obscenos, como quizá es lo que sucede a veces en las psicofonías, cuando quedan grabados tacos, o palabras indecentes, impropias de un ser de otra dimensión, del antimundo. Por ello, Allan Kardec recomendaba a los médiums una gran pureza y una vida muy digna ‘‘para alejar a los espíritus groseros’’…
Asimismo, a cada médium el espiritismo le atribuye la posesión de un espíritu protector, lo que viene a llamarse un ‘‘control’’ cuyo papel es, precisamente, seleccionar a los seres de ultratumba que ocuparán de una forma temporal su cuerpo. Este ‘‘guía’’ es también encargado de ir a buscar a los parientes y amigos del más allá, para ponerlos en comunicación con los seres queridos que dejaron en la Tierra.
En el ‘‘más allá’’ el espíritu comienza a expiar, sobre todo con su propio remordimiento, los pecados que cometió en este mundo. Y no habrá juez más duro para él, que su propia conciencia. Luego, según unos, vuelve para reencarnarse y seguir expiando, pero en esta nueva existencia ignorará su vida pasada. Así se va perfeccionando hasta que lo juzgan digno de no volver a revestirse de carne y hueso lo que siempre será considerado un estado muy inferior, y permanecer en estadios más superiores en la beatitud espiritual.
Estas creencias constituyen, en lo fundamental, la esencia de la fe espiritista; religión sin sacerdocio.
Entre los sabios que abordaron el espiritismo en Francia, destacó el famoso astrónomo, poeta de los cielos y escritor ilustre Camilla Flammarion, quien desde la época de Allan Kardec hasta el día de su muerte en 1925 (1842-1925) consagró gran parte de su actividad a los estudios psíquicos.
Con su espíritu generoso y apasionado, ávido de novedades, recogió, examinó, escrutó y analizó innumerables documentos ‘‘psíquicos’’ procedentes de corresponsales franceses y extranjeros, de los que sacó la materia esencial de sus obras consagradas a lo paranormal: ‘‘Les Forces naturelles inconnues’’ (2 volúmenes, 1907); L’Inconnu et les problèmes psychiques’’ (2 volúmenes, 1900) y la nueva edición de 1911: ‘‘La Mort et son mystère (3 volúmenes, 1920, 1921 y 1922) etc. etc. Ha quedado una buena biblioteca. Las ideas de Flammarion, considerado entre los primeros divulgadores de su patria, divulgadores científicos, fueron siempre espiritualistas, sin mezcla de equívoco alguno. El astrónomo se colocó en un terreno de imparcialidad, abordó el tema de forma reflexiva, y prescindió de las ilusiones y fraudes de susceptibles y embaucadores. Sus experiencias fueron volcadas en diversas obras que alcanzaron profunda divulgación, primero en Francia, y después en el mundo entero.
Durante toda su vida se esforzó por ‘‘popularizar’’ –y no vulgarizar– la astronomía y para hacer comprender las maravillas del Universo. En 1882 publicó el primer número de la revista ‘‘L’Astronomie’’, y en 1887 fundó la Sociedad Astronómica de Francia que continua próspera vida.
Tal como hemos dicho, es Inmensa su obra en ambos campos de estudio; también son innumerables los artículos filosóficos y científicos. Flammarion fue miembro del Comité del Instituto Metapsíquica Internacional.
Estas palabras sintetizan muy bien una de sus conclusiones:
‘‘No tenemos derecho alguno, nadie, sea quien sea, para afirmar que el hombre esté compuesto únicamente de elementos materiales, y que la facultad de pensar no sea más que una propiedad de la organización. Por el contrario poseemos las razones más íntimas para admitir que el alma es una entidad individual, y que ella es la que dirige las moléculas invisibles e intangibles, que han constituido nuestro cuerpo durante la vida. Pero, ¿qué es de las moléculas invisibles e intangibles, que han constituido nuestro cuerpo durante la vida? Van a pertenecer a nuevos cuerpos. ¿Qué es de las almas, igualmente invisibles e intangibles? Vuelven a encarnarse en otros organismos, cada cual con arreglo a su naturaleza, a sus facultades y a su destino. El alma pertenece al mundo psíquico, y vive en la contemplación espiritual, en el orden de lo divino y lo absoluto’’ (sic) (2)
AL DICTADO DE LOS INVISIBLES
La obra de Allan Kardec dio origen a una doctrina moral basada en una interpretación no probada de ciertos hechos paranormales que, hasta el día de hoy, sus adeptos mantienen con muy pocas variantes en relación a los planteamientos del iniciador francés.
El pontífice del espiritismo, Allan Kardec a pesar de haber nacido en los Estados Unidos, iba a ser Francia el país donde el espiritismo iba a encontrar su hogar más hospitalario. El movimiento halló su apóstol en Keón Hipólito Denizart Rivail, un escritor galo. Este no tardó en alcanzar celebridad mundial como adalid de las nuevas creencias espiritistas bajo el seudónimo de Allan Kardec con que firmó todos sus escritos sobre la materia.
Hijo de una familia muy católica había cursado sus estudios en la escuela protestante de Pestalozzi, en Suiza. Tras asistir a las sesiones espiritistas de las señores Roger y de Plainemaison, se dio, desde 1854, a la tarea de tratar de unificar las diversas creencias a que, espontáneamente el fenómeno había dado origen. El resultado fue el resurgimiento de una verdadera religión, el espiritismo que llegó a contar con gran número de adeptos, pues hay que reconocer que Danizart se reveló sobre todo como un notable propagandista.
En 1857, a los 53 años de edad, Kardec escribió, según él ‘‘al dictado de los Invisibles’’ su obra fundamental: ‘‘El libro de los Espíritus’’ traducido a todos los idiomas, incluso al chino, y destinado a alcanzar una popularidad extraordinaria. Para los espiritistas, sigue siendo hasta el día de hoy, su biblia, el libro de la fe espiritista. A ella siguieron otras producciones, ‘‘El libro de los Médiums’’ ‘‘Los Fundamentos del Espiritismo’’ ‘‘El Evangelio según el Espiritismo’’ etc. libros que alcanzaron una divulgación sumamente amplia.
El fenómeno espiritista sirvió a Allan Kardec para popularizar una doctrina moral que recogió las tendencias románticas y espirituales de la época. Su posición metafísica, con la afirmación rotunda de que era posible establecer comunicación con el otro mundo, vino a consolar a muchos afligidos y a proporcionarles un sentido transcendente de la vida a no pocos desorientados. Pero, a la vez condujo a muchos desequilibrados a la locura total. Sin embargo, como lo reconoce René Sudre y otros científicos más modernos, también hombres de ciencia de prestigio mundial: ‘‘El Espiritismo tuvo el mérito indiscutible de haber creado un movimiento experimental y haber abierto el camino a la metapsíquica’’.
Y es que, si aquel espiritismo de las Fox, de la célebre casa embrujada de Hydesville, no existiría hoy la Parapsicología. (3)
UNA RELIGION SIN SACERDOCIO
El espiritismo conquistó en corto tiempo millones de adeptos. Una de las razones de que convenció a muchos fue que advino en un instante crucial. Apareció en el momento en que las viejas religiones positivas vivían en crisis ante los poderosos embates de las doctrinas tan científicas y materialistas del siglo xix. Si lo estudiamos desapasionadamente, comprobaremos (y nos hará pensar en lo que sucede hoy, y comparar) que muchos creyentes necesitaban un sucedáneo eficaz, que al mismo tiempo abrevase su fe en la inmortalidad del alma, y diera, o pretendiera dar, una explicación de los fenómenos que el común de las gentes les eran incomprensibles, como sucede todavía hoy. Al respecto, Rennier, llegó a decir categóricamente:
‘‘El espiritismo es, en el fondo, una religión sin sacerdocio, y sin culto externo, que substituye positivamente a las diversas religiones existentes en la Tierra’’ (sic).
Pero la acogida que el mundo científico oficial de toda Europa dio al espiritismo fue muy distinta. Los sabios –no todos, desde luego– de la época recibieron con desprecio esta ola de maravillas que el Atlántico había arrojado sobre las costas del Viejo Continente. En negar la comunicación con los seres de ultratumba, no había mayor problema. Sin embargo les fue preciso explicar aquel extraño fenómeno de que las mesas giraban y brincases como seres animados. Para ello recurrieron a las teorías que veinte años antes habían enunciado Michel E. Chevreul acerca de los movimientos del ‘‘péndulo exploratorio’’ (Radiestesia).
LAS MESAS NO TIENEN SISTEMA NERVIOSO
Es muy interesante detenernos un poco y explicar cual era la tesis que Chevreul presentó a la Academia Francesa de Ciencias, pues todo el mundo científico hizo suya la teoría que se expondrán, mientras que el vulgo se dejaba conquistar por la teoría espiritista.
El péndulo exploratorio era un cuerpo sólido suspendido de un hilo cuya extremidad libre se sostenía con los dedos y que se empleaba desde la antigüedad como instrumento de adivinación. Al sostenerlo en el aire sobre un disco que contenía las letras del alfabeto, el péndulo oscilaba e iba señalando las letras hasta formar la respuesta a cada pregunta formulada. Chevreul realizó experiencias personales llegando a la conclusión de que en el fenómeno intervenía la intención del sujeto. Mediante una serie de razonamientos lógicos, estableció que existía ‘‘una clase especial de movimientos musculares que ejecutamos sin nuestro conocimiento’’ (movimientos inconscientes diríamos hoy). Lo cual quería decir que era el mismo sujeto quien hacía hablar al péndulo, contestándose a sí mismo sin saberlo (inconscientemente).
El 21 de marzo de 1853, la Academia Francesa de Ciencias tomó conocimiento de dos memorias: una sobre ‘‘La búsqueda de aguas subterráneas mediante la varilla adivinatoria’’ y otra ‘‘Sobre el movimiento circular de las mesas’’. Ambas fueron enviadas a su estudio a una comisión interna de la que Chevreul era miembro informante. El resultado fue la publicación al año siguiente de la obra: ‘‘De la varilla adivinatoria al péndulo explorador y las mesas giratorias’’ en las que el célebre químico aplicaba su hipótesis de los pequeños movimientos inconscientes a esas tres categorías de fenómenos. Sin embargo, Chevreul se negó a comprobar el carácter ‘‘superinteligente’’ de los hechos, explicando perfectamente por qué se movían los objetos, pero dejando en la oscuridad cómo era que la varilla, la mesa y el péndulo evidenciaban conocimientos superiores a los individuos que los movían sin saberlo.
Empezaron entonces diferentes científicos a dar sus opiniones, entre ellos Gasparin, que atribuyó el movimiento de las mesas al fluido magnético u otro agente similar. La confianza que tenía Vheuvreul en sus ideas le había impedido reparar que las mesas solían levantarse sin contacto. Gasparin estableció claramente el fenómeno espolvoreando la mesa con harina antes del experimento. Y concluyó afirmando perentoriamente: ‘‘Las mesas no tienen un sistema nervioso impresionable, ni pueden ser ilusionadas por la imaginación; si se levantan por la acción de mi mano que no las toca, es indudable que obedecen a una fuerza física, a una acción material que determina mi voluntad’’ (sic).
El razonamiento parecía irrefutable. Sin embargo se estrelló contra los prejuicios de los sabios. El gran físico Foucault llegó a expresar con dramatismo:
‘‘Cuando yo vea que se puede mover una paja por la acción de mi voluntad, me sentiré terriblemente espantado. Si la influencia del espíritu sobre la materia no se detiene en la superficie de la piel, no habrá seguridad para nadie en el mundo.
Realmente los antecedentes de la Metapsíquica fueron muy interesantes y es muy lastimoso no poderlos explicar todos pues se comprendería que muchos fenómenos de hoy, ya se conocían entonces, y que entonces como hoy se les cuelga una etiqueta. Pero se ignoran, se siguen ignorando…
(Continuará en el próximo número)
J. ROCA MUNTAÑOLA
1. Doctor Ian Stevenson, director del Departamento o División de Parapsicología de la Universidad de Virginia. Durante diez años (1958-1967) fue rector del Departamento de Neurología y Psiquiatría de dicha Universidad. El doctor Stevenson ha estudiado la bibliografía existente al respecto publicada en los primeros años de la década de los sesenta, lo cual le llevó a sugerir que la evidencia con la que ya se contaba, justificaría una nueva investigación sobre el terreno de aquellas partes del mundo en las que según noticias obtenidas, ocurren frecuentemente casos de reencarnación. (Proyecto Theta posterior de la Universidad Duke). Profesor Hemendra Nat Banerjee del Indian Institute of Parapsychology, de Jaipur, (Rajasthan), India.
2. ‘‘Les Forces naturelles inconnues’’ – 2 volúmenes, 1907. (París). Primer tomo, página 97, 2ª columna.
3. Véase el artículo publicado en la revista en agosto pasado titulado ‘‘El Controvertido caso de Hydesville’’ (El origen del espiritismo).
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