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HEMEROTECA- Especial FASSMAN
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OCTUBRE 1976 – Año V – Núm. 47

 

FASSMAN ESCRIBE PARA VD.

YO Y LA PARAPSICOLOGIA

5

 

LA PERSONALIDAD DEL SENSIBLE

Además de la interacción necesaria entre sensible y ambiente, la atención de los investigadores se centró en el estudio de la personalidad dotado. Se pudo verificar cómo determinadas características temperamentales constituían factores favorables y predisponentes, o viceversa, en la producción de fenómenos.

Durante el tiempo en que tuve la satisfacción de colaborar con el Dr. Canavesio, en el ‘‘Instituto de Psicopatología Aplicada de Buenos Aires’’, fueron investigados un gran número de supuestos sensibles, muchos de los cuales demostraron poseer facultades extrasensoriales, otro grupo acusó experimentación fraudulenta y el resto de los experimentados resultaron casos negativos.

Siempre he sostenido la creencia que todo tipo de investigación conlleva un conjunto de dificultades y condicionamientos para ser calificada de realmente legítima, pero en parapsicología, los inconvenientes son abundantísimos y presentan numerosas variantes. Una de éstas, se relaciona con la producción del fenómeno esporádico, pudiendo afirmar que esta constante oscilación e irregularidad en la exteriorización fenoménica ha sido y seguramente seguirá siendo el rompecabezas de los investigadores.

Durante el transcurso de estas sesiones, advertí que Canavesio otorgaba especial atención al estudio de la personalidad del sujeto. Para efectuar esta tarea se contaba con un experto psicólogo y con el auxilio del electroencefalograma. Al final se llegó a determinadas conclusiones, posiblemente hipotéticas y no verificadas, ya que posteriormente no fueron aceptadas plenamente por todos.

Sin embargo, los resultados que se obtuvieron no dejaron de reflejar un gran interés científico de tipo experimental. Se confirmó que los umbrales sensorios disminuían considerablemente bajo los efectos de la relajación física y mental. Asimismo fue de primordial interés el estudio comparativo de los diferentes tipos psicológicos de la personalidad de los sensibles: Extraversión, introversión, emotividad e inestabilidad, que tienen una gran analogía con los 4 tipos básicos de la biotipología clásica según se asocien la alta extraversión y la emotividad predominante que constituyen los ‘‘coléricos’’; la baja extraversión y la baja emotividad que forman los ‘‘melancólicos’’; la alta extraversión y la emotividad escasa que caracterizan los ‘‘sanguíneos’’; la introversión manifiesta y la baja emotividad que describen a los ‘‘flemáticos’’
Los biotipos extravertidos, mostraban un electroencefalograma con frecuencia alfa mayor, lo que representaba el índice más bajo de excitación cortical, en tanto que los niveles sensorios de los introvertidos era mucho más reducido.

En la experimentación que se llevó a cabo, pudo comprobarse, que los extravertidos, respondían mejor a los estímulos nuevos, llegándose a la conclusión de que los estados de alto estímulo cortical desfavorecían la actividad extrasensorial. Los datos estadísticos obtenidos en diferentes gabinetes y laboratorios experimentales confirman, que los mejores cómputos de fenomenología extrasensorial corresponden a los biotipos extravertidos. En dichas sesiones se comprobó la interesante correlación de que los mejores sensibles eran aquellos que cultivaban alguna afición de tipo artístico o creativo, música, literatura, pintura, etc.

La primera investigación que se llevó a cabo, tuvo como protagonista, una famosa vidente que respondía al nombre de Mirta. Su elemento condicionante era el bagazo de café –práctica ya conocida en la antigüedad. Esta sensible tenía abierto un consultorio al que acudía numerosísimo público.

Tan pronto entró en trance, el Dr. Canavesio le preguntó si le era posible ver lo que estaba ocurriendo en el segundo piso del edificio nº 347 de la calle Talcahuano. Después de transcurridos unos minutos, comenzó describiendo las características de la entrada de la casa hasta la segunda planta y acto seguido relató el número de personas que se encontraban alrededor del lecho de una señora que se encontraba muy enferma y terminó asegurando que a la madrugada del día siguiente dejaría de existir. Todos los detalles descritos por la vidente fueron exactos, la premonición se confirmó, la enferma falleció efectivamente a las tres de la madrugada del día siguiente.
En otras sesiones, con la misma sensible se lograron positivos resultados. Su personalidad respondía a los siguientes rasgos: muy extravertida, alto índice de emotividad, buen cociente de actividad e inestable. Había cursado estudios de música en el conservatorio, era una buena pianista.


LA ELEVACION DEL PENSAMIENTO, CAUSA DE CAPTACION DE ENERGIAS POSITIVAS


La segunda sesión fue de naturaleza espírita, lo que podía catalogarse dentro de las técnicas del mediumnismo-–según la nomenclatura de aquella época y utilizada por los experimentadores o autores más eminentes, entre ellos el Dr. Gustave Geley. Nos impresionó a todos. La médium era una mujer de unos cuarenta años y se llamaba Rosa. Entró en trance, con inusitada rapidez, empezó hablando con un acento italiano bastante aceptable. La entidad espiritual de la cual ella era mediadora –de ahí el nombre de ‘‘médium’’, análogo a la denominación de la facultad psíquica de exteriorización del ser subconsciente, según una denominación más científica y convincente –se identificó como ‘‘Giovanni’’, afirmando ser portador de un importante mensaje para su nieto, que se encontraba entre nosotros. Observé a uno de los científicos que formaban parte del grupo de control, el Dr. Manfredi, que estaba visiblemente emocionado y con síntomas evidentes de estar bajo una profunda impresión ante el mensaje. Siguiendo el relato –habló de su hija, que vivía en Verona, y rogando a su nieto que se comunicara urgentemente con ella. Con esto se despidió. Todos quedamos visiblemente sorprendidos, pero Manfredi mucho más, ¡pues él era el nieto de Giovanni!, se confirmó la exactitud de las fechas y los diferentes datos reportados por su abuelo.

Finalizada esta sesión, comenzaron los comentarios y las hipótesis que de aquélla podían deducirse. Canavesio aseguraba que todo cuanto había sucedido no era más que una perfecta comunicación telepática entre Manfredi y la médium. Los demás admitíamos, que el fenómeno podía ser debido a la posibilidad de una comunicación con la energía psíquica inmersa en el espacio. De todas formas, lo que desconcertó a Canavesio fue la transmisión del mensaje en lengua italiana, tanto más cuanto que se pudo comprobar posteriormente que la médium desconocía este idioma. La polémica duró varios días sin poder llegar a un acuerdo. Era evidente, eran dos puntos de vista totalmente opuestos.

Hubo otro aspecto que nos llamó poderosamente la atención, en sesiones de tipo espírita, acompañadas por la mística y el ceremonial habituales en esta clase de experiencias, los resultados fueron más positivos. Cuando los médiums entraban en trance, los resultados eran más efectivos, toda vez que el médium, en cada caso de comunicación, tenía el pleno convencimiento de que una entidad espiritual hablaba o escribía a través de su ‘‘periespíritu’’ –nexo de unión para poder comunicar con los espíritus. La conclusión que nos interesa sacar estriba en admitir que, en parapsicología, existe una relación directa entre el poder de la creencia, el grado de efectividad con que los fenómenos se producen.

En las sesiones sucesivas se logran excelentes resultados con la intervención de varios sensibles utilizando la escritura automática.
La controversia prosiguió. Por una parte, los que admitíamos la posibilidad de una intercomunicación con entidades espirituales y, por otra, los que negaban toda interferencia del Más Allá.

Aunque es muy difícil demostrar la evidencia de la intervención espiritual, tengo razones suficientes –por experiencias personales que creo legítimas– para estar convencido de la realidad de estas comunicaciones con el mundo invisible. Debo hacer constar que en modo alguno es mi intención imponer este personal criterio. Afortunadamente, hace mucho tiempo que dejé de ser dogmático. Estoy convencido que la creencia arraiga la Fe. Y como dijo Platón: ‘‘Sea cualesquiera la procedencia y el origen de la Fe, lo importante es tenerla’’.

En la siguiente sesión, fuimos testigos de un extraño fenómeno de aporte. Se contó con la presencia de un médium perteneciente al ‘‘Centro Basilio’’ del Brasil, el cual había aceptado la invitación de Canavesio. Este sensible respondía al nombre de Juan. Aparentaba unos 50 años, de complexión un poco obesa y de maneras suaves. Por tener referencias previas de sus portentosas facultades, reinaba en nuestro grupo una lógica y extraordinaria expectación. Además de los asistentes habituales, integraban este grupo un psicólogo, amigo del Dr. Canavesio, y el famoso escritor Pitigrilli. Antes de comenzar la sesión, el médium exigió poca luz. Se suprimió la luz eléctrica, utilizándose una vela como única fuente luminosa que el médium llevaba consigo en previsión. Como es habitual en estos casos, se tomaron toda clase de precauciones con el fin de evitar cualquier acto fraudulento.

El médium, fue sometido a un minucioso registro. Con las invocaciones de rigor, el sensible pronunció quedamente unas palabras que, pese a resultar ininteligibles para nosotros, se supuso que eran rezos, oraciones o fórmulas evocativas y predisponentes para entrar debidamente en trance, lo que hizo después de varias contracciones corporales. A los pocos minutos se escucharon claramente unos pasos, dando la sensación de estar alguien caminando entre nosotros. Sobrevino otro instante de silencio. Seguidamente fueron percibidos unos golpes o raps con toda claridad. Transcurrió otro minuto de silencio. De pronto, la llama de la vela se desplazó de un lado a otro del jarrón invertido encima del cual se la había colocado oportunamente. Poco a poco el médium sale del trance y recupera lentamente su estado normal de vigilia, la luz invade de nuevo la habitación y he aquí la sorpresa y el asombro de todos: la vela seguía encendida pero ahora estaba ubicada en la parte opuesta de donde se la colocó en un principio.

Era evidente que se había producido un fenómeno de telequinesia. Así terminó esta sesión y en la que el médium, al despedirse nos comunicó que estaba muy fatigado.
Comenzaron los comentarios y las interpretaciones, se examinaron todas las posibilidades de fraude. Referente a los pasos y a los raps, la sospecha de que hubiese utilizado algún artefacto o mecanismo, quedó totalmente descartada, toda vez que al comienzo de la experiencia fue debidamente registrado. En cuanto al desplazamiento de la vela, tampoco podía admitirse la intervención de contactos manuales directos, teniendo en cuenta que al comenzar se colocó la vela a cuatro metros de distancia del médium. Para poder efectuar su cambio de posición debía recorrer esta distancia, lo que era imposible sin tropezar con los integrantes del grupo, los cuales habíamos formado un círculo alrededor del médium. Se hizo evidente que la única salida estaba en la aceptación de los fenómenos que se provocaron. Sin embargo, como pueden suponer, la mayoría de los asistentes rechazaron de plano toda intervención espiritual, pero como mal menor –y esto ya era algo como planteamiento científico y construcción útil de una hipótesis más cercana a la verdadera ciencia y no al viejo concepto espírita– se aceptó el fenómeno como paranormal.

Canavesio manifestó el deseo de poder realizar otra sesión análoga con el propósito de instalar, en esta oportunidad, un equipo de rayos infrarrojos en el gabinete experimental. Ignoro si se llevó a cabo la sesión de acuerdo con esta innovación científica, ya que al poco tiempo tuve que partir de viaje solicitado por compromisos profesionales ineludibles. Guardaré por todo el resto de mi vida un grato recuerdo de la excelente compañía y cooperación que me brindó el Dr. Canavesio, dada su probidad y escrupulosidad científicas realmente notables.
El siguiente objetivo que me había propuesto era comprobar si el estado hipnótico estimulaba la actividad ‘‘psi’’. Estaba plenamente convencido que la favorecía. Con anterioridad, había obtenido óptimos resultados operando con varios sensibles. Para el resto del grupo, mis afirmaciones no tenían validez, había que demostrarlo en forma sistemática y con todas las garantías de fiabilidad.

Para ello nos servimos de un grupo de jóvenes de ambos sexos, la mayoría estudiantes. Debo advertir que todos habían sido previamente condicionados por mí.
La primera experiencia la protagonizó M.S., una señorita de 25 años y estudiante de Farmacia, dotada de un temperamento receptivo. Me dijo que en diferentes ocasiones había podido captar mensajes telepáticos con claridad. Sin embargo, poco después de su ingreso en la Universidad su percepción extrasensorial se había interrumpido pese a los intentos realizados para conseguirla. Manifestó que sentía una gran inquietud por estas ciencias, y que le agradaría saber las causas reales de la repentina desaparición de lo que ella denominaba ‘‘facultad’’. Por mi parte le contesté que esta desaparición de los poderes extrasensoriales era un hecho relativamente frecuente entre los sensibles. Acto seguido realicé la inducción hipnótica, entrando sin dificultades al grado adecuado de profundidad para posibilitar la experiencia.

(Continuará en el próximo número)

 

PROFESOR FASSMAN


 

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