HEMEROTECA- Tomo III |
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ENERO 1975 – Año IV – Núm. 26 |
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HERMETISMO |
EL HERMETICO EGIPTO |
I. PREAMBULO
Creo que es interesante que tratemos de delimitar, o precisar hasta donde sea posible, en qué consiste eso que conocemos por Hermetismo. Si consultamos el Diccionario de la Lengua Española, comprobaremos que no figura el vocablo ‘‘hermetismo’’ y sí en cambio el adjetivo ‘‘hermético’’. Del que se nos dice: ‘‘Aplíquese a las especulaciones, escritos y partidarios que en distintas épocas han seguido ciertos libros de alquimia atribuidos a Hermes, filósofo egipcio que se supone vivió en el siglo xx antes de Jesucristo’’. Naturalmente, tanto ‘‘hermético’’ como ‘‘hermetismo’’ provienen etimológicamente de Hermes. Y si el primero, como adjetivo, alude a la cualidad propia de las enseñanzas atribuidas a aquel enigmático personaje, el término ‘‘hermetismo’’ lleva la sufijación sustantiva ‘‘ismo’’ que le confiere el carácter de ‘‘escuela’’ o ‘‘sistema’’. De modo que Hermetismo sería entonces, ‘‘el sistema de conocimiento basado en los libros atribuidos a Hermes’’. (1)
Vemos por lo tanto que esto nos plantea dos cuestiones básicas:
–¿Quién era este Hermes?
–¿Qué libros son esos que se le atribuyen?
II. EL DIOS THOT
En el antiguo Egipto faraónico y en el ámbito de la mitología solar, cuya sede era el Gran Templo de Heliópolis (2), junto a la deidad principal Atum en sus varias advocaciones, junto con sus esposas, se veneraba también al demiurgo Thot (3). El pueblo le llamaba ‘‘Señor de las palabras divinas’’ y los teólogos ‘‘Lengua de Atum’’. Thot era la Inteligencia divina y el verbo divino. Y por consiguiente, el Verbo encarnado. Era también el dios de la Luna, el regulador del Tiempo y en consecuencia quien hacía reinar el orden en el Universo. Se le consideraba inventor del lenguaje hablado, de la escritura y de los números. Era también, como contador de los dioses, el dios de los escribas. Y como archivero del Panteón egipcio, el patrón de la historia y quien anotaba cuidadosamente la sucesión de los soberanos del país del Nilo. Para lo cual escribía en las hojas del árbol sagrado de Heliópolis el nombre del futuro faraón, ya en el momento en que era concebido por la reina madre. Por otra parte, en su calidad de ‘‘Grande de la Magia’’, reinaba sobre los Magos egipcios.
Se le representaba con cabeza de Ibis coronada por la luna llena. Así como en Heliópolis, ‘‘La Ciudad del Sol’’, Thot no pasaba de ser un demiurgo, en cambio era el dios principal en Hermópolis.
III. HERMES TRISMEGISTO
Aquel Thot faraónico, dios de la sabiduría, que enseñó a los egipcios las artes y las ciencias, llegó a convertirse con el transcurso del tiempo en una deidad cósmica universal que los griegos asimilaron a su Hermes, con el nombre de Hermes Trismegisto (4).
El propio nombre griego de la ciudad de Hermópolis, en la que se veneraba a Thot como principal divinidad, ya nos indica esta equiparación Thot Hermes, puesto que literalmente Hermópolis significa ‘‘ciudad de Hermes’’. Siglos más tarde, los neoplatónicos y algunos escritores cristianos llegaron a pensar que Hermes Trismegisto había sido un sabio de la antigüedad egipcia. Incluso hoy en día hay autores que creen que este personaje fue realmente un legendario filósofo, sacerdote y rey de Egipto, no sólo padre de todas las ciencias, sino legislador y benefactor de su país. Por lo que llegó a ser divinizado como Thot. Por otra parte hay en la actualidad quien considera como muy posible la idea de que este enigmático personaje, deificado después, hubiera sido en su origen un ‘‘técnico’’ de una civilización extraterrestre, destacado en el Egipto protodinástico en una auténtica misión civilizadora (5).
Sea como fuere, si es evidente la asimilación del antiguo Thot faraónico con Hermes, realizada por los griegos probablemente ya en la época helenística.
IV. EL HERMES GRIEGO
Aunque la mitología griega es bastante conocida, quizás no esté de más el que repasemos muy brevemente la figura de esta deidad, fundamental en ‘‘lo hermético’’ y que incluso ha dado su nombre a estas esotéricas enseñanzas. Como es sabido, Hermes nació míticamente en el monte Killene, y sus progenitores fueron Zeus, ‘‘el padre de los dioses’’ y Maia, la bella ninfa, una de las ‘‘siete Pléyades’’. Hermes, niño terriblemente precoz, demostró enseguida una astucia, arte y habilidad, verdaderamente excepcionales. Las leyendas mitológicas nos cuentan las mil aventuras y peripecias de este dios tan avisado, útil y sagaz, como malicioso. Destacando, entre sus múltiples actividades, la de mensajero de Zeus. Y luego su función como ‘‘psichopompos’’, o conductor y guía de las almas al reino de los muertos. Pero también estaba vinculado a los viajeros y a los caminos, como dios ‘‘agetor’’ (conductor, guía) y ‘‘enodios’’ (que protege los caminos), y otras muchas funciones más. Ya detallaremos en otra ocasión los aspectos de esta divinidad particularmente relacionados con el ‘‘Arte Hermético’’.
V. OTROS HERMES
Como es sabido, el Hermes griego se identifica con el Mercurio romano, así como con otras divinidades similares del mundo antiguo, como eran el Mercurio galo y el Luch irlandés. En la antigua Galia, Mercurio era el dios más popular y su culto el más extendido. De acuerdo con lo que escribió César, era el patrón de todas las actividades de la paz y de todas las artes (6). El Hermes irlandés era Lugo y el mismo César, en su libro ‘‘De Bello Gallito’’, lo llama ‘‘inventor de todos los artes’’. Lo que concuerda con su denominación irlandesa de ‘‘samildanach’’ que significaría ‘‘politécnico’’. Parece ser que el nombre Lugo de esta divinidad provenía del vocablo ‘‘lugos’’ que significaba ‘‘cuervo’’ (7). También los dioses germánicos identificados con el Mercurio romano tenían el cuervo por ave sagrada. Y es bien sabido de todo estudioso del Arte Hermético o Alquimia, la importancia del ‘‘cuervo’’ en el desarrollo de la Gran Obra.
VI. LA SABIDURIA HERMETICA
Desde la época alejandrina se acostumbró a llamar ‘‘hermética’’ a toda la sabiduría antigua, que la casta sacerdotal egipcia había conservado celosamente en el interior de sus templos. Hermes Trismegisto fue considerado como personaje histórico por los alquimistas de los primeros siglos de nuestra era. Y hay una leyenda, a todas luces fantasiosa, que cuenta de qué modo el propio Alejandro Magno, durante su conquista de Egipto, arrancó de las manos del cadáver embalsamado de Hermes Trismegisto, (8) la Tabula Smaragdina o Tabla de Esmeralda, con el célebre y conocido texto alquímico grabado en ella. Se dice, (9) que en los libros herméticos y consiguió comprenderlos, después de las enseñanzas que llegaron a oídos de Morleno, joven romano, (10) estudioso de la Alquimia. Todos los estudiosos de este Arte conocen el texto alquímico clásico titulado ‘‘Diálogo del Rey Calid y el filósofo Morienus’’.
Durante la Edad Media, la llamada Filosofía Hermética englobaba los conocimientos de la Magia, la Astrología y la Alquimia. El cuerpo de escritos conocidos con el nombre de ‘‘Corpus Hermeticum’’ fue redescubierto en el s. xv y traducido, (11) al latín por Marsilio Fiscino, quien participaba en la creencia común en su época de que aquellas obras se debían al sabio del antiguo Egipto llamado Hermes Trismegistus (12). Ciertamente estas obras ofrecían una sabiduría antigua anterior a Platón, y que incluso había inspirado a este pensador y después a los Neoplatónicos. Así es como el ‘‘Corpus Hermeticum’’ era para estos últimos, durante el Renacimiento, casi más importante que el propio Platón.
Estos antiquísimos escritos, atribuidos a Hermes Trismegisto, desarrollaban lo que se llamó en el Renacimiento ‘‘filosofías de los Egipcios’’ y después Filosofía Hermética. Y comprendían las varias obras englobadas bajo el sobrenombre de ‘‘Corpus Hermeticum’’, ya referido, y la titulada ‘‘Asclepios’’, llegando incluso algunos a incluir aquí el llamado ‘‘Papyrus Ebers’’. Más adelante, el gran cabalista Pico della Mirandola agregó los enigmáticos escritos de la Qabbalah judía, dándonos ya una versión cabalístico-cristiana.
Estos ‘‘libros herméticos’’, que vienen a construir una verdadera enciclopedia del saber del antiguo Egipto, aparecen influenciados indudablemente por la filosofía griega, especialmente a través de la cultura alejandrina. Desgraciadamente se conservan estos escritos en forma fragmentaria. Aunque existe alguna que otra sociedad secreta contemporánea, (13) que pretende ser depositaria de esotéricas enseñanzas del Egipto faraónico, que vendrían a ampliar considerablemente el contenido de los ‘‘libros herméticos’’ conocidos.
Como ya hemos mencionado, además de los ‘‘libros herméticos’’ existe un conocidísimo texto alquímico, ‘‘La Tabla de Esmeralda’’, atribuido a Hermes Trismegisto, del que los hermetistas han deducido siete Leyes Fundamentales que se conocen con el nombre de ‘‘Kybalion’’.
Con el tiempo se ha englobado dentro del Hermetismo, con un sentido amplio, a todo un conjunto de ‘‘doctrinas secretas’’. Del mismo modo que, como los conocimientos contenidos en los ‘‘libros de Hermes’’ se han considerado tradicionalmente del dominio exclusivo de un escaso número de sabios, el término ‘‘hermético’’ ha llegado a ser prácticamente sinónimo de ‘‘esotérico’’, oculto y secreto, como referido siempre a algo, reservado únicamente a los iniciados.
VII. EL HERMETISMO ACTUAL
Actualmente se halla bastante extendida la tendencia a englobar indiscriminadamente, dentro del Hermetismo, a una gran cantidad de temas dispares de índole esotérica u ‘‘oculta’’. Así solemos leer bajo aquél epígrafe temas de Magia, de Ocultismo, de Teosofía, del Tarot, de la Cábala, de la Mitología, de las Sectas y Sociedades Secretas, de las Civilizaciones Perdidas y los Orígenes, de Arquitectura Sagrada, del Esoterismo Religioso, etc. etc. Naturalmente todos estos campos del saber oculto se relacionan directa o indirectamente con el Hermetismo. Pero cabe pensar que si damos a este término tal amplitud y elasticidad, se convertirá sin duda en una especie de ‘‘cajón de sastre’’ en el que es prácticamente imposible poner un mínimo de orden y claridad. Y es sabido que la misión del ‘‘ocultista’’ no consiste en ‘‘seguir ocultando’’ o incluso en ‘‘ocultar más aún’’, sino precisamente todo lo contrario: en ‘‘desocultar’’, en ‘‘desvelar’’ (14).
De ahí que en mi modesta opinión, el Hermetismo con un sentido estricto, debería centrarse en la llamada Filosofía Hermética y en el Arte Hermético. Es decir, en las enseñanzas de base alquímica. Claro está que recurriendo, cuando sea preciso a las demás ramas del saber oculto más arriba mencionadas. Pero sin perder de vista en ningún caso el ‘‘tronco’’ principal señalado.
(Continuará en el próximo número)
E. MICHELENA
1. J. E. Cirlot, en su ‘‘DICCIONARIO DE LOS ISMOS’’, ha escrito: ‘‘El hermetismo es el sistema de lo hermético’’.
2. Ya veremos en otro artículo la enorme importancia que ha tenido Heliópolis dentro del esoterismo, la religión y la civilización.
3. También se escribe Tot y Coth.
4. Unos escriben Trismegisto, otros Trimegisto, incluso, Trismegistos.
5. Esta es la opinión, por ejemplo, de Jacques Carles y Michel Granger, en ‘‘LA ALQUIMIA, ¿SUPERCIENCIA EXTRATERRESTRE?’’, Plaza & Janés, S.A. (Barcelona, 1974).
6. Bastantes toponímicos franceses, como Mercury, Mercueil, MERCOSUR, Mirecourt, Montmartre (por Montmercre = monte de Mercurio), etc., recuerdan aquel culto.
7. Es muy importante en Francia la toponimia de raíz LUG, tal como lo ha hecho ver claramente Louis Charpentier en ‘‘LOS GIGANTES Y EL MISTERIO DE LOS ORIGENES’’, Plaza & Janés, S.A. (Barcelona, 1971). Incluso en España hay bastantes topónimos con esa misma raíz LUG.
8. Para mayor efecto teatral, supuestamente enterrado en la cámara sepulcral de la Gran Pirámide de Gizeh. Que, como es sabido, jamás ha albergado ningún cadáver.
9. Así lo señala al menos Lynn Thorndyke en su ‘‘HYSTORY OF MAGIC AND EXPERIMENTAL SCIENCE’’.
10. Otros le llaman Morienus o Morien y lo consideran como alquimista alejandrino que vivía casi como un eremita en Jerusalén.
11. Por lo menos catorce de sus tratados, el primero de los cuales se conoce como ‘‘Pimander’’.
12. Aparece en aquella época designado siempre como Mercurios Trismegistus.
13. Como la ‘‘Hermandad de Heliópolis’’, por ejemplo, de la que hablaremos en alguna otra ocasión.
14. Con el sentido preciso de ‘‘desvelar’’, de ‘‘quitar el velo’’ de las cosas.
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