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Comentarios: Emmain
Coordinación:Asunción López |
EL TIEMPO FRACTAL |
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Estamos ante un libro extraordinario, y mejor que sea así, por dos razones: la primera es porque su autor, en la página 245 de la edición en castellano, afirma que es ‘‘el resultado de 22 años de investigación en busca del significado de los grandes cambios del mundo y de la vida’’. Ahí es nada. Y la segunda razón, mucho más frívola, pero para algunos muy significativa, es que es un bestseller avalado por el New York Times y ganador del Nautilus Book Award del 2010. |
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En este libro se aborda algo complejo, casi inasible, como es el tiempo, pero también algo que abre miles de posibilidades al romper con los esquemas del tiempo lineal que tradicionalmente se nos ha inculcado en Occidente. De manera clara, ordenada y metódica, Gregg Braden nos explica porqué el 2012 marca el final de un ciclo de 5.125 años. Pero también muchas otras cosas más. Nos ayuda a comprender que el tiempo es cíclico y repetitivo pero que a la vez se alimenta de la energía de las ondas anteriores.
Este libro hará las delicias de las mentes inquietas que aunque puede que en algún momento se abrumen por la exposición de datos, agradecerán la persistencia. Lejos de ser una visión fantasiosa y superficial de la cuestión, el abordaje es multidisciplinar y ambicioso. Hay que dar una oportunidad al autor para que todo cobre un sentido, pues resulta asequible para todos los lectores. He disfrutado especialmente de su contenido a partir del cuarto capítulo.
Sin desmerecer el cuerpo del volumen, destacaría los apéndices del libro que responden, para los lectores apasionados, a los títulos de ‘‘La calculadora del código del tiempo’’, ‘‘Puntos críticos del futuro’’ y ‘‘Fechas de referencia para las condiciones del 2012’’. Para que estos anexos tengan sentido, el carismático autor (al que Karina Malpica compara con Carl Sagan) desarrolla prolijamente en las 211 páginas precedentes los veintidós códigos del tiempo. Las claves maestras para descifrarlos son lo que hacen relevante el documento.
Braden nos desentraña los secretos del tiempo tomando la idea que desarrolló hace 40 años Benoît Maldenbrot, el matemático creador de la Geometría Fractal. Se trata, a grandes rasgos, de observar la estructura interna de los objetos que hace que el mundo sea como es. Se concluye que hay unos patrones repetitivos fragmentados e irregulares que se reproducen a diversas escalas y que se dan frecuentemente en la naturaleza. La teoría de Braden es que el tiempo participa de una naturaleza similar. No os perdáis la lectura directa de lo que una reseña jamás podrá trasmitir cuando el trabajo es tan profundo como en este libro.
Permitidme acabar referenciando al autor del que sus obras anteriores, ‘‘La Matriz Divina’’ o ‘‘La curación espontánea de las creencias’’, hicieron un personaje muy popular en lo que he dado en llamar el Olimpo New Age. Gregg Braden es un científico con una gran formación académica que se permitió dudar de lo que le vino dado y viajó alrededor del mundo buscando ‘‘la verdad’’, lejos de los laboratorios y despachos, incluso lejos de su país. Investigó en los monasterios, entre indígenas, en las antiguas tradiciones orientales y precolombinas para descubrir que… no existe el vacío, sólo materia viva. Según el escritor no existe una realidad ajena a nuestra percepción, a nuestra influencia. Afirma en una declaración que ‘‘nuestra ciencia es útil, es buena, pero está incompleta’’. Así que se dio a sí mismo más de dos décadas para atesorar sabiduría de más de 5000 años y combinarla con los últimos hallazgos de la ciencia más avanzada.
Iba buscando una nueva manera de vernos a nosotros mismos y al mundo, para escapar de una forma mecánica de funcionar. Se trata pues, de uno de los impulsores de ese cambio necesario que está haciendo la ciencia para ampliar la mirada que nos convierte en responsables y nos permite bajar desde la mente al corazón. Recoge una necesidad imperiosa de darle una nueva dimensión a nuestras emociones; ésa es la clave para superar los tiempos difíciles que nos afectan y que son necesarios. Braden afirma: ‘‘El corazón es el campo magnético más importante que tenemos; cuando conseguimos cambiar los sentimientos cambiamos los átomos y así alteramos nuestra realidad’’. Una vez más el mensaje insiste en hacernos comprender, y también sentir, que somos uno con el universo. La realidad cambia deprisa. Sin juicios, sin ataques, sin forzar, cambiando de manera para nosotros sorprendente la posibilidad de cambiar en el plano cuántico. Dando permiso a que una realidad distinta, más positiva, ocurra.
Tomo literalmente las palabras del autor para comprender porqué vale la pena este libro: ‘‘Estamos en un punto, justo ahora, donde debemos elegir trabajar juntos por este breve periodo de tiempo para salvarnos en este tiempo de cambio. Si cometemos los errores del pasado todos perderemos. Ésta es la razón por la que este libro es tan importante justo ahora’’.