En ocasiones, hay personas que deciden ayudar a otras para que no les pase nada malo, y lo hacen sin que lo sepa la persona a ayudar. Damos un ritual que nos contó una mujer de Tenerife, concretamente del Valle de Güimar, famoso por su tradición mágica y sus misteriosas pirámides.
Celebración del ritual:
Cogeremos las tres velas de color azul, y las pondremos en forma de un triángulo equilátero, de unos veinte centímetros de lado. En medio de esta figura geométrica, pondremos la fotografía de la persona que queramos ayudar, y en un recipiente, pondremos el incienso en grano.
Con cuatro cerillas diferentes, encenderemos las tres velas y el incienso, y cuando empiecen a humear iremos echando con la mano derecha, y muy poco a poco, la sal sobre la fotografía, mientras iremos recitando tres veces seguidas la siguiente oración:
Oh Padre Eterno y Omnipotente,
os adoro, alabo, glorifico y bendigo,
y os doy las gracias por todo el bien que me habéis dado,
humildemente quemo este incienso y estas velas pidiendo un gran favor,
no para mí, sino para… (decir el nombre de la otra persona)
que pese a la lejanía que nos separa,
tu Santo Poder lo proteja de todo mal,
y que ningún maleficio o hechizo pueda afectarlo,
que la sal que yo derramo, al igual que el Santo Bautismo,
limpie y defienda a… (nombre de la persona) para siempre. Amén.
En muchas ocasiones, no hace falta decirle que estamos ayudando a dicha persona, pues la estaríamos sugestionando. Con la fuerza de nuestra fe, y la ayuda de los productos utilizados, ya será suficiente para protegerla.
En los países sudamericanos, de donde se importó a las Canarias, se utiliza una imagen del médico y santo José Gregorio Hernández. Dejamos al libre albedrío de cada cual, poner o no, la imagen de dicho santo. No utilizar sal marina sino sal mineral, de la más ligera posible.