HEMEROTECA- Tomo II |
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NOVIEMBRE 1974 – Año III – Núm. 24 |
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HERMETISMO |
MAESTRO DE MAESTROS DEL ‘‘ARTE REAL’’
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Vayan estas líneas dedicadas al que fue Maestro de Maestros en el Arte Real y al que muchos pusieron su buen nombre en entredicho por no poder comprender el tremendo alcance de su Cuerpo Doctrinal mucho más profundo del nivel que sus biógrafos le otorgan, negando o poniendo en duda la autenticidad de algunas obras y que por parecer un tanto digamos tradicionalmente atribuidas al Maestro ‘‘heterodoxas’’ por su aparente obscuridad a los ojos de los ‘‘entendidos’’ han sido desechadas como auténticas. ¿Por qué? –seguramente por aquello de que ‘‘lo que no se entiende no es bueno’’.
Pero dejémonos de analizar los móviles que empujaron a estos eruditos a actuar en esta forma y dediquémonos a rendir homenaje a quien lo merece no sólo por las palabras sino también por las Obras y en este caso nunca tan bien empleadas las letras mayúsculas.
Son o no son del Maestro Ramón estos pequeños opúsculos que tratan del Arte en los Sabios…
Delante del esto de su Obra esta cuestión carece de importancia, la más mínima siquiera, pues dentro del material que nos queda para analizar este punto, aparece ante nuestra vista tal cantidad de pruebas que avalarán sobradamente al más incipiente estudiante del Arte a rendirse ante la evidencia y reconocer a Maestre Ramón la Jerarquía que le corresponde dentro de los linderos del Gay Saber.
Tan ciegos están que no son capaces de reconocer en el plan de exposición de la ARS MAGNA las reglas precisas extraídas de la más pura Cabala Tradicional, y de la manipulación de los conceptos al estilo de los iniciados del Medievo?
Quien al leer sus arengas, preceptos y consejos en su opúsculo a la Caballería no reconoce los Cánones Inamovibles por los cuales se ha regido y se rige la auténtica Caballería Mística, cuerpo que agrupa de manera misteriosa y jamás revelada, pero fácilmente adivinable para aquellos que tienen los ojos y oídos del Sabio y del Filósofo a todos los buscadores del Santo Grial?
Quien osará dudar sino aquél que aun no ha empezado la búsqueda de la Piedra por no tener aun camino por donde empezar a marchar hacia Compostela, en busca de la Luz que le permita descubrir el código secreto que permite descifrar los más recónditos Secretos de nuestro Arte.
Quien quiera que siga dudando y no actuando…, los demás que cojan sus ‘‘cosas’’ y sigan los pasos de quien como Maestre Ramón llegaron a poseer el Tesoro de los Tesoros más codiciables del Universo entero, es decir, por supuesto, la Piedra de los Sabios…
Pero dejemos la palabra ignorante y poco precisa de nos por las palabras añejas pero vigentes en una obra discutida del Maestro: Si estas aun son discutidas, ¡cómo tendrían que serlo otras aun más obscuras y cerradas a los ojos de los ciegos de espíritu.
DE RE LLULLIANA
De que Llull tuvo relación con el Gay Saber en uno u otro sentido es cosa que no se puede discutir. Aquí presentamos como tema central de estas líneas su discutida ‘‘clavícula’’ para que el lector analice por sí mismo:
Hemos llamado ‘‘Clavícula’’ a esta obra porque sin ella es imposible comprender los demás libros nuestros, cuyo conjunto cubre el Arte entero y porque nuestras palabras son obscuras para los ignorantes.
Ha escrito muchos tratados muy extensos, pero divididos y oscuros, como puede verse por el ‘‘Testamentum’’ en donde hablo de los principios de la naturaleza y de todo aquello relacionado con el Arte; pero el texto ha sido sometido al peso de la filosofía. Lo mismo sucede con mi libro ‘‘Del Mercurio de los Filósofos’’, en el segundo capítulo: ‘‘De la fecundidad de las canteras físicas’’ y lo mismo con mi libro ‘‘De la Quinta esencia del oro y la plata’’ y lo mismo, en fin, con todas mis obras donde el arte está tratado de un modo incompleto, salvo que siempre oculte el secreto principal. Ahora bien, sin ese secreto, nadie puede entrar en las minas de los filósofos y hacer algo útil, por eso, con eso y con la ayuda y permiso del Altísimo, al que plugo revelarme la Gran Obra, hablaré aquí del Arte sin ninguna ficción.
Pero tened cuidado de revelar este secreto a los malos, no los comuniquéis sino a vuestros amigos íntimos, aunque no deberíamos revelarlo a nadie, porque es un don de Dios que con él hace un regalo a quien le parece bueno. El que lo posea, tendrá un tesoro eterno.
Por tanto, aprender a purificar lo perfecto por lo imperfecto. El Sol es el padre de todos los metales y la Luna es su madre; aunque la Luna recibirá su Luz del Sol. De estos dos astros depende todo el Magisterio. Según Avicenna, los metales no pueden ser transmitidos después de haber sido llevados a su materia prima lo cual es cierto. De modo que necesitarás primeramente reducir los metales a Mercurio; pero no hablo aquí del mercurio corriente, volátil, hablo de Mercurio fijo; porque el Mercurio vulgar es volátil, lleno de frialdad y flema; es indispensable que sea reducido por el Mercurio fijo, más cálido, más seco, dotado de cualidades contrarias a la del Mercurio vulgar.
Por esto os aconsejo, amigos míos, que no obréis con el Sol y la Luna, sino después de haberlos llevado a su materia prima, que es el Azufre y el Mercurio de los filósofos.
Oh, hijos míos, aprended a serviros de esa materia venerable, porque, os lo advierto bajo fe de juramento, si no sacáis el Mercurio de esos dos metales trabajaréis como ciegos, en la oscuridad y en la duda.
Por eso, oh hijos míos, os conjuro a que marchéis hacia la luz, con los ojos abiertos, y no caigáis como ciegos en el abismo de la perdición.
Nosotros decimos: el mercurio vulgar no puede ser el Mercurio de los filósofos, por ningún artificio que haya sido preparado; porque el mercurio vulgar no puede soportar el fuego más que con ayuda de un Mercurio diferente a él, corporal, que sea cálido, seco y más digerido que él. Por eso digo que nuestro Mercurio físico es de una naturaleza más cálida y más fija que el mercurio vulgar. Nuestro Mercurio corporal se convierte en mercurio fluido, que no moja los dedos; cuando se le une al Mercurio vulgar se penetran tan bien con ayuda de un lazo de amor, que es imposible separarlos el uno del otro, como sucede con el agua mezclada con agua. Tal es la ley de la naturaleza. Nuestro Mercurio penetra el Mercurio vulgar y se mezcla a él desecando su humedad indiferente, quitándole su frialdad, lo cual le vuelve negro como el carbón y finalmente le hace caer en polvo.
Fíjate bien que el mercurio vulgar no puede ser empleado en lugar de nuestro mercurio físico, el cual posee el calor natural en el grado en el que es preciso; por eso mismo nuestro Mercurio comunica su propia naturaleza al mercurio vulgar.
Además, nuestro mercurio, después de su transmutación, cambia los metales en metal puro, es decir, en Sol y Luna, como lo hemos demostrado en la segunda parte de nuestra ‘‘Práctica’’. Pero hace algo más notable aún, cambia el mercurio vulgar en medicina, que puede transmutar los metales imperfectos en perfectos. Transforma el mercurio vulgar en verdaderos Sol y verdadera Luna mejores que los que salen de las minas–. Fijaos bien en que nuestro Mercurio físico puede transmutar cien marcos y máshasta el infinito, hasta lo que se posea de mercurio ordinario, a menos que falte éste.
También deseo que sepáis otra cosa: el Mercurio no se mezcla fácilmente, y nunca a su especie natural. Por esto, cuando deseares unir el Mercurio al Sol o a la Luna del vulgo necesitarás, ante todo, llevar estos metales a su especie natural. Entonces el macho se une a la hembra.
De igual modo, nuestro Mercurio es activo, cálido y seco, mientras que el mercurio vulgar es frío, húmedo y pasivo como la hembra que permanece en la casa en medio de un calor templado. Entonces, esos dos mercurios se vuelven negros como el carbón; ahí está el secreto de la verdadera disolución. Después se unen entre sí de tal modo que ya es imposible separarlos. Se presentan entonces bajo la forma de un polvo muy blanco y engendran hijos machos y hembras, por la unión de amor. Estos hijos se multiplicarán hasta el infinito, y transmutarás en Luna cualquier clase de metal salido de la mina.
Toma una onza de cal de Luna copelada, calcínala según el modo descrito al final de nuestra obra sobre el Magisterio. Esta cal será reducida enseguida a polvo fino sobre una planta de pórfido. Embeberás este polvo dos, tres, cuatro veces al día con un buen aceite de tártaro preparado del modo descrito al final de esta obra; después harás secar al sol. Continuarás así hasta que dicha cal haya absorbido cuatro o cinco partes de aceite, ello tomando por unidad la cantidad de cal; pulverizarás el polvo sobre el pórfido como se ha dicho, después de haberlo derrenas de manera que al fin dicho menstruo sea completamente esencial.
Entonces se cerrará perfectamente el matraz y se le pondrá al fuego de cenizas, con algunos carbones, hasta que se vea hervir la materia y disolverse. Finalmente se destilará sobre las cenizas hasta que todo el menstruo haya sobrepasado, y se aguardará a que la materia esté fría.
Cuando el recipiente esté completamente frío, se abrirá, y la materia se colocará en otro vaso bien limpio, provisto de su capitel perfectamente cerrado. Se coloca todo sobre cenizas en un horno. En cuanto la masilla del cierre está seca, se calentará, primero suavemente hasta que toda el agua de la materia sobre la que se opera haya pasado al recipiente. Después se aumenta el fuego para desecar por completo la materia y exaltar a los espíritus hediondos que pasarán al capitel y de allí al recipiente. Cuando secado, porque entonces se reduce más fácilmente a polvo. Una vez bien porfirizada se la introducirá en un matraz de cuello largo.
Agregaréis nuestro menstruo hediondo hecho con dos partes de vitriolo rojo y una parte de salitre; de antemano habréis destilado ese menstruo siete veces y le habréis rectificado bien, separándolo de sus impurezas y veáis llegar la operación a este punto, dejaréis enfriar el vaso disminuyendo poco a poco el fuego Ya frío el matraz, retiraréis de él la materia y la reduciréis a polvo sutil en el pórfido.
Pondréis el polvo impalpable así obtenido en una vasija de tierra bien cocida y cuidadosamente vidriada. Después le verteréis encima agua corriente hirviendo, removiendo con un palo limpio hasta que la mezcla sea espesa como mostaza. Removed bien con la varilla hasta que veáis aparecer algunos glóbulos de mercurio en la materia; pronto habrá una cantidad bastante grande de él, según (cantidad) que hayáis empleado de cuerpo perfecto, es decir, de Luna. Y hasta que tengáis una gran cantidad; echadle de tiempo en tiempo agua hirviendo y removed hasta que toda la materia se reduzca a un cuerpo semejante al mercurio vulgar. Se quitarán las impurezas terrenas con agua fría, se secará sobre un lienzo y se pasará a través de piel de gamuza. Y entonces veréis cosas admirables.’’
Deseando que la meditación de este texto ya clásico en estos terrenos les sirva de ayuda para poder descifrar los primeros jeroglíficos del laberinto hermético, sincera y cordialmente,
JOAN ARGENTIER
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