HEMEROTECA- Tomo II |
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OCTUBRE 1974 – Año III – Núm. 23 |
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PARAPSICOLOGIA |
DE LA METAPSIQUICA A LA PARAPSICOLOGIA
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El ser humano desde la más remota antigüedad sintió la necesidad de creer en la existencia de seres que pudieran adivinar el futuro, curar los maleficios y dar solución extraterrena a sus angustias terrenas.
Realmente los principios de la humanidad se pierden en la noche de los tiempos, y con ellos, los mitos, creencias y supersticiones, que fenómenos desconocidos del mundo circundante despertaron en la mente del hombre primitivo. La imaginación, el terror a las fuerzas de la naturaleza, a lo desconocido, y la necesidad de encontrar elementales explicaciones a misterios tan insondables como el origen de la vida, o el abismo de la muerte, fueron asaeteando la personalidad cada vez más cultivada del ‘‘homo Sapiens’’, el cual cada día daba un nuevo paso que lo alejaba de las cavernas. Pero, aunque las primeras civilizaciones conocidas, dieron muestras de conocimientos sorprendentemente avanzados en muchas temáticas –cosa que creo no se ha estudiado detenidamente– no bastaban para dar respuesta a tanto hecho ignoto.
Sabemos que necesitaron, pues, de hombres semidivinos a los que se atribuyeron la posesión de poderes extranaturales para que sirvieran de intérpretes de lo ‘‘oculto y misterioso’’ y dieran satisfacción a las necesidades emocionales de un ser humano todavía en la niñez de su evolución. Conocemos así la fantástica adivinación en Babilonia, como también de sus espíritus maléficos; las tradiciones míticas, y las prácticas esotéricas del antiguo Egipto; la historia del oráculo de Delfos, en la Grecia clásica y maravillosa, con sus cultivadores de la adivinación, la magia negra, y la necromancia, arte supersticioso de adivinar el futuro por la evocación de los difuntos. Adivinos fueron principalmente los ‘‘Selos’’ de quienes Homero ya hizo cumplido elogio en la Iliada y la Odisea, aunque otros muchos dicen de ella, que es locura que impulsa a algunos alineados a visitar los cementerios para la profanación de los cadáveres.
Los Augures romanos, las prácticas míticas, y supersticiones fueron pasando así de un pueblo a otro, pues las creencias etruscas constituyeron un politeísmo antropomorfo similar al de los griegos, pero dominado por la idea base del infierno, y el temor a las ‘‘furias’’ o ángeles malos…
Y vino el Cristianismo. Todos sabemos que desde sus comienzos se vio obligado el ser humano a adoptar una posición clara y distinta, contra muchísimas supersticiones que amenazaban introducirse en la doctrina predicada por Cristo. Más aún, debió hacer frente al agnosticismo, toda una doctrina filosófico-religiosa en los primeros Siglos de la Iglesia que mezcló las creencias cristianas con ritos orientales y judaicos, que pretendían tener un conocimiento intuitivo y misterioso de las cosas divinas; con el tiempo el agnosticismo se dividió en infinidad de sectas, y decayó poco a poco, hasta desaparecer.
Y adelantando varias centurias en la Historia nos encontramos de golpe en la Europa Medieval infestada por el ambiente de ‘‘brujería’’ y en la que, aún en pleno Siglo xvii, la difusión de las prácticas de hechicería continuaba siendo uno de los mayores problemas de la época. Todos conocemos las persecuciones de la Inquisición y del poder temporal contra las brujas que revistió un carácter extremadamente sangriento. Resumiendo a más de diez autores, el padre Heredia, S. J. afirmaba que sólo en Escocia en el corto período que va desde la ejecución de María Estuardo (1587) hasta la coronación de su hijo Jacobo, o sea en 32 años escasos, fueron ejecutadas 1.700 brujas. A su vez, en Ginebra (Suiza) sólo en tres meses fueron quemadas 7.000, y en Alemania la brujería costó cien mil vidas a groso modo. ¿Y cuántas en España?
Entre procesos, debates y más procesos, poco a poco fueron extinguiéndose las hogueras contra las brujas, y algún que otro ‘‘endemoniado’’. Se empezaba a comprender; la ciencia oficial y responsable de los tiempos medievales, renacentistas y aún modernos, ignoraban e ignoraron después, muchos de los fenómenos paranormales a los que consideraban leyendas. Sólo de vez en cuando aparecieron algunos investigadores aislados, llamados ‘‘ocultistas’’ que hacían brillar pequeñas claridades de verdad, mezcladas con muchos errores, supersticiones, y creencias absurdas.
Y encontramos así fantásticas historias precisamente de la mano de Bacón y Paracelso. Bacón consideró la religión, la teología, la filosofía, la alquimia, la astrología, las matemáticas, la jurisprudencia y la medicina, como ramas consanguíneas de una misma ciencia: el ‘‘Hermetismo’’. También trató de racionalizar los fenómenos, aprovechando todos los conocimientos que permitía la época, con lo que se anticipó en siglos a la actitud científica que tendrían los metapsiquistas de fines del siglo xix. Por ello no es exagerado calificarlo, como lo han hecho algunos autores, de ser el ‘‘padre’’ de la Metapsíquica.
Entre los muchos estudiosos de la Edad Media, y primeros años de los tiempos Modernos, muchos mezclaban su ciencia con la superchería, manifestada a menudo en la falsa alquimia –con su quimera de la piedra filosofal: Destacaron entre otros Valentín Basilio Agripa de Nerkesheim, y sobre todo, Paracelso (1493-1541) seudónimo famoso de Félix Aurelio Teofrasto Bombasto, de Mohenheim médico, alquimista y mago, todo en una pieza. El suizo-alemán Paracelso, junto con hacer importantes aportes a la ciencia de la época, fue el primero en sustentar la doctrina de que los procesos de la vida son químicos. Pero sus mayores esfuerzos los consagró precisamente al estudio del ocultismo.
Y por último ya en pleno Siglo xviii nos encontramos con una curiosa mezcla de genio, investigador y charlatán como fue el célebre doctor Franz Antón Mesmer, que asombró a Europa con sus prodigios, pues infinidad de personas, algunas locas o neuróticas, paralíticos, ciegos y mudos, o bien reumáticos o alérgicos, eran misteriosamente curados por la imposición de las manos del doctor Mesmer, quién llamó ‘‘magnetismo animal’’ a la extraña fuerza liberada a finales del mismo siglo. Paralelamente a las primeras investigaciones propiamente científicas de los fenómenos paranormales, surgió la escuela del neocultismo encabezada por Eliphas Levi (Alphonse Louis Constant), Stanislas de Guaita, Papus, y otros que intentaron renacer reconstruir ciertos conocimientos de los antiguos iniciados.
Pero sus esfuerzos hemos de reconocer fueron muy poco provechosos, aunque tuvieron su gran mérito para la auténtica ciencia, pues solían estar mezclados, sin criterio diferencial suficiente, la superstición con la razón y la lógica. Y al igual que los antiguos creyeron en la tentación de encubrir sus secretos con expresión que sólo eran descifrables por los ‘‘iniciados’’, son muchos los que opinan hoy que tal vez estos fueron los últimos herederos del espíritu de aquel mundo antiguo, esotérico y fantástico de los oráculos, los augures, de las brujas y de la piedra filosofal…
Misterio, hechicería y creencia –hasta fe ciega– fueron los elementos que configuraron el mundo antiguo de lo desconocido y lo paranormal; un calidoscopio de fantasía y realidad velado ya por la bruma del tiempo, lo contrario de la ya moderna investigación fenomenológica de la ciencia metapsíquica, antecesora de la metodología cualitativa, y subjetiva, de la científica Parapsicología, que hoy se estudia en muchas Universidades del mundo entero.
Antes de entrar de lleno en el estudio de la Metapsíquica y el controvertido mundo del Espiritismo, hagamos un pequeño inciso para aclarar un concepto que un grupo de estudiosos de Zaragoza había solicitado en consulta efectuada hace unos meses.
Antes del Siglo xix hubo unos pocos intentos esporádicos de examinar objetivamente aquellos fenómenos que, al parecer, tenían causas sobrenaturales. Estos intentos se encontraron principalmente en el magnetismo animal de Mesmer. En 1784 cuando las teorías de Mesmer se habían ya popularizado y estaban ‘‘de moda’’ en toda Europa, el rey Luis XVI de Francia estableció dos comisiones investigadoras. Estas informaron haber hallado buenas razones para el escepticismo. A través de todo el resto del siglo xviii y durante los primeros años del siglo xix hubo otros investigadores que estudiaron detenidamente el mesmerismo; se convencieron de que algunos de los que habían sido mesmerizados demostraban habilidades ‘‘supernormales’’ o bien como diríamos ahora, poderes telepáticos y clarividentes, dignos de estudio.
Y a mediados del Siglo xix investigadores británicos, tales como el doctor James Braid, y el físico William Barret, empezaron a estudiar el mesmerismo y el hipnotismo al igual que hicieron en Francia, el fisiólogo Charles Richet y el psicólogo Pierre Janet. Entonces el estudio científico del hipnotismo estaba empezando a impulsar a los investigadores a inquirir en asuntos más tradicionalmente ‘‘ocultistas’’ –como se consideraban entonces a la telepatía y a la clarividencia, las apariciones, etc.– y después que en la década de 1850 las hermanas Fox empezaron a cobrar fama en espiritismo también. Estas eran entonces, casi las fronteras a las que quedaban limitadas las investigaciones psíquicas, pero en 1851 –como se verá en otro artículo– unos cuantos jóvenes, estudiantes de Cambridge, tomaron en serio el asunto y formaron la primera Sociedad pro estudio de los ‘‘fantasmas’’ de todo lo supranormal, o paranormal. Si bien no eran aquellos jóvenes unos auténticos científicos, al pronto empezaron a trabajar como tales. De allí precisamente nacería la Sociedad Dialéctica de Londres, y la Sociedad Británica de Investigaciones Psíquicas (1869 y 1882 respectivamente) aunque en algunos viejos tratados, hay un año de diferencia en la segunda Sociedad inglesa.
A grandes rasgos, estos son los principios fundacionales de nuestra antecesora, la Metapsíquica científica, que gracias a la misma la ciencia de entonces, tuvo científicos como: Camilo Charles Richet, célebre fisiólogo, profesor de la Universidad parisina, y posterior Premio Nobel; Teissier, profesor de la Facultad de Medicina, de Lyon; A. de Gramnt, miembro del Instituto; Jules Roche, ex ministro; Calmette, médico e Inspector General; Santolíquido, Consejero de Estado; Metchnikof, director del Institu Pasteur; Berthelot, de la Academia de Ciencias, e iniciador de las síntesis químicas; Perrier, director del Museo de Ciencias Naturales; Ajasen, director del Observatorio de Meudon; Boucharrd, profesor de la Facultad de Medicina, Mme. Curie, descubridora del radio; Bergson, profesor del colegio de Francia; etc. por parte francesa, pero por parte inglesa; Lorge, rector de la Universidad de Birmingham, W. James, profesor de la Universidad de Harvard; Thomson, profesor de la Universidad de Cambridge; Myers, famoso psicólogo; A. Conan Doyle, novelista inglés; y desde luego el gran pionero, como Richet, el célebre físico y químico, miembro de la Sociedad Real, el eminente William Croques, que fue el presidente de la Socety for Psychical Research (Sociedad de Investigaciones Psíquicas) residente en Londres, que todavía existe.
También en Alemania, por aquellas fechas había sido fundada la Deutsche Okkulttistiche Gesellscheft. Esta sociedad pasó por diferentes altos y bajos, quedando establecida definitivamente, unos años más tarde, dedicada como las descritas, francesa e inglesa, al estudio de los fenómenos metapsíquicas, con domicilio en Berlín, y domiciliada en aquella fecha en W. 59-Kurfurstandamm, 45.
La Metapsíquica fue en todo el mundo una auténtica apertura científica hacia lo desconocido; tras años de superstición, mitos, y ocultismos, destacados hombres de ciencia, como iremos viendo en una serie de artículos o capítulos, que seguirán a esta somera introducción, incursionaron por este mundo irreal sentando los principios de la moderna Parapsicología, recordemos a aquellos científicos que investigaban las manifestaciones anímicas, y que también en un mes de octubre, pero de 1911, se reunieron en Weimar para evaluar sus progresos por vez primera. Entre ellos se contaron Sigmund Freíd, y su discípulo disidente, Carl Gustav Jung; por cierto que ninguno de ellos miraba con especial interés –sea dicho de paso– los extraños hechos que luego dieron forma a la Parapsicología hasta convertirla en auténtica ciencia, a pesar de los muchos detractores como sucede todavía.
(Continuará en el próximo número)
J. ROCA MUNTAÑOLA
NOTA INFORMATIVA DEL AUTOR:
Para la preparación de esta serie de artículos sobre la Metapsíquica y su verdadera historia, se ha tenido que consultar una extensa bibliografía que se detalla a continuación. En esta serie de artículos, se habla de: la difusión del Espiritismo en Europa; quien fue Allan Kardec: su doctrina y apostolado. Los primeros aportes científicos y cuales los fundamentos.
El cisma y las pruebas en contra. Catolicismo y Espiritismo. Los principales ‘‘médiums’’ en todo el mundo. Que es un médium realmente, y cual el parecer de la parapsicología. Exitos y fracasos. El advenimiento de la Parapsicología en el mundo, etc. etc.
BIBLIOGRAFIAS CONSULTADAS EN LOS 4 PRIMEROS ARTICULOS
‘‘El Oscuro Mundo de las Brujas’’, de Eric Maple.
‘‘Enciclopedia de la Magia y del Misterio’’ (2 vol.) Editorial Mateu.
‘‘Más allá de lo Natural’’, de Douglas Hill y Pat Williams.
‘‘Que es el Espiritismo’’, de Allan Kardec.
‘‘Tratado de Metapsíquica’’, de Charles Richet.
‘‘Las Maravillas del Metapsiquismo’’, de Robert Tocquet.
‘‘La Metapsíquica’’, de Ivonne Castellán.
‘‘Animismo y Espiritismo’’, de Oscar González Quevedo, S. J.
Ruego que el lector lo tenga en cuenta al enjuiciar labor informativa e histórica en la que no deben figurar opiniones particulares. Gracias.
J. ROCA MUNTAÑOLA
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