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HEMEROTECA- Tomo I
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DICIEMBRE 1972 - Año I - Núm. 2

 

HERMETISMO

EL REINO DE MAYA

En el transcurso de los dos artículos que han precedido al presente, dentro de este apartado de la revista dedicamos nuestra atención exclusivamente a la tarea de mostrar al gran público cuál era la raíz de la tradición hermética del Occidente y a presentar de una forma general los puntos básicos del cuerpo doctrinal de los Arcanos del Arte Real. Para ello primeramente tuvimos que remontarnos a los misterios impenetrables de la Cábala de Israel y más tarde hacer referencia y desarrollar un poco en forma casi informal la Tabla de la Esmeralda.
En esta última parte se esbozó, se dejó entrever que el hermetismo estudia un fluido por así llamarlo y no complicar en demasía las cosas que al parecer sólo de conocerlo aunque meramente sea de una forma teórica puede y de hecho da la explicación de casi la totalidad de fenómenos paranormales conocidos tradicionalmente del hermetismo. Citamos las definiciones, o mejor dicho las explicaciones de autoridades en la materia, para que el interesado en el tema pudiera, poco a poco, irse haciendo de su capa un sayo, como vulgarmente se dice, y después continuar el camino por sí solo que le ha de conducir a la cima de la Montaña de la Iniciación; ahora bien, como a criterio personal pensamos de que no sólo de una forma general hay que exponer las cosas continuamente, sino que también es interesante el adentrarse en el fondo de los temas  que son de capital importancia en el Arte de los Sabios, hemos pensado hacer por medio de estas líneas un alto en el camino y pararnos a exponer y a meditar sobre uno de los Arcanos que más quebraderos de cabeza procuran al estudiante en sus primeros pasos dentro del Gay Saber; nos referimos al concepto que en hermetismo le damos vulgarmente el nombre de Plano Astral.


Para no perdernos en elucubraciones propias sobre el tema hemos considerado más interesante que el lector aficionado al Arte dar de una forma condensada el criterio de los grandes esoteristas y no el propio de nos, pues no fuere que al no haber llegado errásemos el camino y con ello indujéramos a lo mismo a algo o a alguien.
En el artículo anterior al presente ya esbozamos algunas consideraciones al respecto, ahora y como hemos dicho, procuraremos adentrarnos por el Reino encantado de Maya lo suficiente para arañar un poco los secretos del arte sin que en ningún momento nos dejemos hechizar por los cantos de las sirenas al servicio de Maya, la reina de la Fantasía y del Mundo de las Formas.
El Dr. Encuase, cuando ataca el tema en una de sus obras, expone en los siguientes términos su opinión al respecto:
“Es imposible de considerar al hombre, sea individual o sea colectivo, como aislado del resto de la Naturaleza visible o invisible. Este es el error de los materialistas. Podríamos aquí pararnos en nuestras consideraciones hasta que cada estudiante midiera el alcance de lo que hemos dicho, pero para seguir nuestra exposición es indispensable que partamos de una base de la cual extraigamos las nociones que todo investigador debe tener sobre el plan invisible de la Naturaleza y sobre los entes invisibles con los cuales el hombre puede entrar en relación.
Se pueden encontrar todos los detalles que puedan interesar al lector sobre estos puntos, de entrada dentro de la gran obra de Stanislas de Guaita “Le Chef de la Magie Noire”, que es el trabajo más elevado publicado sobre esta cuestión hasta la fecha, seguida de nuestros ensayos personales: “Traité de Magie Practique” y, sobre todo, “La Magie et l’Hypnose”. Las siguientes notas no son más que un rápido resumen destinado a fijar los puntos principales.

 


ES PONIENDOSE EN RELACION CON LAS "IMÁGENES ASTRALES" COMO LOS VIDENTES ENCUENTRAN LA HISTORIA DE LAS CIVILIZACIONES DESAPARECIDAS


La parte visible del hombre nos manifiesta la parte invisible, como el receptor del telegrama nos reproduce el despacho enviado de lejos.
En la Naturaleza existe igualmente toda una parte invisible al lado de los objetos y de las fuerzas físicas que perciben nuestros sentidos materiales. Igualmente que en el hombre invisible circulan fluidos, células (sangre, corrientes nerviosas, hematíes, leucocitos, etcétera), factores incesantes del organismo, del mismo modo en la Naturaleza invisible circulan fuerzas y entes factores incesantes del plan psíquico.
El hermetista que ha constatado en el hombre la existencia en un Plan Astral, hacedor y conservador de las formas orgánicas, no deberá pararse en el estudio de la Naturaleza, a la constatación de fuerzas físico-químicas o de resultados de evolución. Estas cosas visibles no son más que el resultado de principios invisibles a nuestros sentidos físicos.
Acordémonos de que la parte invisible del hombre comprende dos grandes principios: El Cuerpo Astral y el ser psíquico de una parte y el Espíritu consciente por la otra. La Naturaleza concebida como una entidad especial comprende igualmente en su parte visible un plan astral, un plan psíquico por una parte y un plan divino por otra. El conocimiento del Plan Astral es indispensable si se quiere comprender las teorías presentadas por el hermetismo para explicar todos los fenómenos, en apariencia extraños, susceptibles de ser producidos por el hombre desarrollado de una facultad especial. El sujeto es en sí mismo oscuro. Será necesario apoyarnos lo más posible sobre la constitución del hombre para comprender lo que queremos exponer.
¿Qué se entiende por este término en apariencia rimbombante de Plan Astral? Tendremos que usar de algunas comparaciones groseras, es verdad, pero también muy sugestivas para ponernos en el camino de la definición un poco comprensible de este término. Veamos, por ejemplo, un artista que tiene la idea de hacer una estatua. ¿Qué le hace falta para realizar su idea? Materia, un poco de tierra, por ejemplo. ¿Es esto todo? Sin duda, sí de entrada; pero supongamos al artista manco o paralítico. ¿Qué pasará? El conseguirá que su idea sobre la estatua sea lo más limpia que quiera en su cerebro. Por otra parte, la tierra, la materia, estará presta, preparada a recibir, a manifestar esta forma; pero el intermediario, la mano, no obedece al cerebro por una parte, y no pudiendo actuar sobre la materia nada se produce por la otra. Para que la idea del artista pueda ser manifestada por la materia la existencia de un intermediario entre la idea y la materia es necesario.
Supongamos que la materia, vencida por el trabajo, se ha doblegado a los impulsos de la mano que la ha amasado y que la estatua se ha terminado. Qué es en definitiva esta estatua?: una imagen física de la idea del artista. La mano ha hecho el oficio de un molde en el cual la materia ha sido moldeada y además es cierto que si por casualidad, si por accidente, cae la estatua y se rompe, el artista encontrará la forma original siempre en su cerebro y podrá reproducir la idea que le sirve de modelo. Existe también un medio de prevenir la pérdida de la estatua desde el momento en que es acabada: es hacer un molde de la misma. Por el molde se obtiene un negativo de la cosa a reproducir de tal manera que la materia que salga del molde manifestará siempre la forma primitiva, sin que el artista tenga que intervenir. Es suficiente pues que exista un solo negativo de la idea original para que miles de imágenes siempre idénticas las unas a las otras, tomen nacimiento por la acción de este negativo sobre la materia. Pues bien, cada forma orgánica o inorgánica que se manifiesta a nuestros sentidos, es una estatua de un gran artista que se llama Creador, o quizá de un plan superior que nosotros llamamos plan de creación. Pero en este plan de creación primordial sólo hay ideas, principios, lo mismo que en el cerebro del artista.
Entre este plan superior y nuestro mundo físico visible, existe un plan intermedio encargado de recibir las impresiones del plan superior y de realizarlas actuando sobre la materia. Lo mismo que la mano del artista está encargada de recibir las impresiones del cerebro y de fijarlas sobre la materia.
Este plan intermedio entre el principio de las cosas y las mismas cosas es lo que se llama en hermetismo el plan astral.
No hay que figurarse que este plan astral está en una región metafísica imposible de percibir, como no sea con el raciocinio. No cesaremos de repetir que todo está imbuido dentro de la Naturaleza más bien que en el hombre, y que cada brizna de hierba lleva consigo su plan astral y su plan divino. La necesidad del análisis nos obliga a separar sólo dos cosas completamente juntas. Hemos determinado la cualidad de intermediario de este plan astral; pero esto no es todo. Si se ha entendido bien esta comparación, es realmente fácil hacerse una idea de lo que se entiende en hermetismo por la segunda propiedad del plan astral: la creación de formas.
Toda cosa es en principio creada en el mundo divino, “en principio”, es decir en potencia de ser, análogo a la idea en el hombre. Este principio pasa entonces al plan astral y se manifiesta en “el negativo”, es decir que todo lo que ha sido luminoso en el principio deviene oscuro y recíprocamente, no es la imagen exacta del principio, es el molde de esta imagen. Una vez obtenido el molde la creación “en astral” está terminada. Es entonces que empieza la creación en el plan físico, en el mundo visible. La forma astral, actuando sobre la materia, da nacimiento a la forma “física” como el molde da nacimiento a sus estatuas. El astral no puede cambiar los tipos a los que da nacimiento, ya que el molde no cambia la imagen que reproduce. Para modificar será necesario crear un nuevo molde, esto puede hacer Dios inmediatamente y el hombre mediantemente.
De entre los fluidos, fluidos creadores del arquetipo y fluidos conservadores del astral existen los agentes particulares accionando los fluidos. En nuestra anterior comparación los dedos del operador, las miles de células que promueven el movimiento y la vida de los dedos, representan los agentes de los cuales hablamos.


Dando ya por sentado que todo lo que es visible es la manifestación y la realización de una idea invisible, el hermetismo enseña que existen en la Naturaleza una jerarquía de seres psíquicos, lo mismo que existen en el hombre después de la célula ósea o la célula nerviosa, pasando por el hematíe, una verdadera jerarquía de elementos figurados. Los seres psíquicos que pueblan la región en la cual se remueven las fuerzas físico-químicas han recibido el nombre de “elementales” o espíritus de los elementos. Son parecidos a los glóbulos sanguíneos y sobre todo a los leucocitos en el hombre. Estos son los elementos que mueven en las capas inferiores del astral en conexión inmediata con el plan físico. Esta cuestión de los “elementales” que obedecen a la voluntad buena o mala que los dirige, que son irresponsables de sus actos todo y siendo inteligentes, ha promovido curiosas polémicas en los últimos tiempos. Las citas de los autores viejos como Porfirio en el siglo iii, prueban que el hermetismo los ha conocido y enseñado desde siempre. A más sólo será recordar y hacer notar que en nuestro plan físico un animal muy inteligente, el perro, juega el mismo papel. Obedece a su amo y no conoce la honestidad del mismo. Tal es el papel de los elementales en el plan astral. Domar los “elementales” sólo se puede comparar a la acción de la disciplina militar. El jefe de la armada agrupa alrededor suyo, por convicción o por mandato, seres conscientes y responsables que han tenido a bien servir las ideas de este jefe o han tenido que hacerlo por mandato, forzados. Esta segunda acción es más difícil que la acción sobre el perro. Lo mismo pasa en astral, donde el elemental sólo obedece por convicción o forzado, pero queda siempre libre de resistirse a la voluntad del nigromante.
Los “elementales” están en circulación continuamente en los fluidos del astral. De entre estas entidades existen otras al decir de los videntes; son las llamadas “inteligencias directrices”, formadas por los espíritus de hombres que han sufrido una evolución considerable. Estos entes, parecidos a las células nerviosas de los centros simpáticos del hombre, han recibido los nombres más diversos en todas las cosmogonías. Nos contentaremos con indicar su existencia.
La teoría de las “imágenes astrales” es una de las más particulares entre las que son expuestas por el hermetismo para la explicación de fenómenos extraños; también la esbozaremos un poco. A propósito de nuestro ejemplo del artista y de la estatua, hemos visto que una de las funciones del plan astral es la de conservar los tipos de las formas físicas y de reproducirlas como el molde conserva y reproduce la forma de nuestra estatua.

 


LA PSYCOMEtrIA HA DEMOSTRADO QUE LAS AFIRMACIONES DEL HERMETISMO, QUE SE PODIAN TOMAR POR metaFISICAS, SON PURA REALIDAD

 

Esta propiedad hace que el plan astral pueda ser considerado como un espejo del mundo divino que reproduce en negativo las ideas principio y origen de las fuerzas físicas futuras. Pero el hermetismo enseña que lo mismo que toda cosa o todo ente puede proyectar una sombra sobre el plan físico, así también todo proyecta un reflejo sobre el plan astral. Cuando una cosa o un ser desaparece, su reflejo en astral persiste y reproduce la imagen de esta cosa o de este ente. Cada hombre deja pues en astral un reflejo, una imagen característica. A la muerte el ser humano sufre un cambio de estado caracterizado por la destrucción de la “cohesión” que mantiene unidos los principios de origen y de tendencia muy diferentes. El cuerpo físico o envoltorio retorna a la tierra, al mundo físico de donde procede; el cuerpo astral y el ser psíquico quedan libres, pasan a sus regiones respectivas sin que nos extendamos más al respecto, pues se aparta del todo de nuestro propósito aunque no negamos que sería muy interesante el seguir profundizando en este sentido.
Es poniéndose en relación con estas “imágenes astrales” que los videntes encuentran la historia de las civilizaciones desaparecidas. Un descubrimiento reciente, la psicometría, ha demostrado que las afirmaciones del hermetismo que se podrían tomar por metafísica pura, corresponden a realidades absolutas.
Suponer que vuestro reflejo es un espejo persistiera, después de haberos apartado, con su color, sus expresiones y todas sus apariencias de realidad; tendríamos una idea de lo que se puede entender por “imagen astral” de un ser humano. Los antiguos conocían perfectamente la existencia y la naturaleza de estas “imágenes” a las cuales denominaban “sombras”, leyendo algunos pasajes de Ovidio se puede comprobar fácilmente. En las invocaciones de un ser difunto será necesario tener en cuenta, si se hace a su imagen astral o a su “yo” verdadero; en el primer caso, el ente invocado se comportará como un reflejo en un espejo, será visible, podrá hacer algunos gestos, será fotografiable, pero no hablará; en el segundo caso el ente invocado hablará y muchos lo podrán ver. Los fenómenos espiritistas llamados materializaciones han sido conocidos de todos los tiempos. Cornelio Agrippa dio en su “Filosofía oculta del siglo xvi” una tesis completa.
Sin darnos cuenta, poco a poco, hemos sido introducidos en un mundo misterioso donde lo mejor y lo peor del mismo es la misma cosa en sí, “La atracción”. Dejemos correr un poco la imaginación, remontémonos al tiempo en que las verdades eran reveladas a los iniciados de Israel y de la secuencia que sigue que cada uno de nosotros sepa extraer las conclusiones propias acerca de las ventajas y los peligros de quienes se adentran por senda tan estrecha y, en “apariencia”, tan ancha.

 

“…Hasta aquí nuestras palabras han sido misteriosas, y ocultan un sentido elevado que escapa al alcance del vulgo. ¡Dichoso el que sabe comprenderlas y las explica sin equivocarse!
Porque estas palabras no han sido dadas sino para los maestros y los segadores del campo sagrado, para aquellos que han entrado en la prueba y han salido de ella.
Está escrito: Las vías del Señor son rectas y los justos marchan por ellas sin detenerse, pero los transgresores de la Ley siempre hallarán algunas piedras y escollos.
Habiendo dicho todas estas cosas, lloró Rabí Schimeon, y alzando la voz exclamó: ¡Si alguno de vosotros, oh, hermanos míos, tuviera que revelar a los profanos las cosas que acabamos de decir, que Dios se apodere de ellos y los oculte en su gloria!
Porque vale más que nosotros mismos salgamos del mundo, que revelar a los hijos de él los más sublimes misterios del cielo.
Yo los he revelado a vosotros solos, en presencia del Anciano de los ancianos; yo no lo he hecho por mi gloria ni por la de la casa de mi Padre, ni por enorgullecer a mis hermanos que están aquí congregados.
Sino solamente para impedirles errar en las vías de la gran sabiduría, para que puedan presentarse sin rubor a la puerta de su palacio, y para que no sean borrados como una letra mal escrita del libro de la vida.
Luego, he aquí lo que hemos aprendido.
Antes de que los rabinos reunidos en el recinto de la piedra de moler el grano hubiesen salido al campo, tres de ellos murieron súbitamente.
Fueron éstos: Rabí José, Rabí Tísica y Rabí Jésa.
Sus compañeros los vieron elevarse llevados por los santos ángeles, más allá del velo que estaba extendido sobre sus cabezas.
Rabí Schimeon, profirió entonces una palabra y se prosternó.
Después lanzó un fuerte grito diciendo: ¿Qué es esto? Dios nos perdone, ¿Un decreto de muerte se ha pronunciado contra nosotros por haber revelado misterios desconocidos de todos los hombres, desde el día en que Moisés, mirando cara a cara la divina visión, estuvo de pie en el Sinaí?
Si debemos ser castigados por ello, ¿cómo es que la muerte no ha empezado por mí?
Y oyó una voz que decía:
Bienaventurado tú, Rabí Schimeon, y bienaventurado tu patrimonio, así como el de los compañeros que están contigo. Acaba de seros revelado lo que el Señor no revela a toda la familia del cielo.
¡Pero ven y mira!
Está escrito: Esta doctrina será el patrimonio del hijo mayor, y ante el más joven se cerrarían las puertas.
Los que acaban de morir no eran bastante fuertes para llevar tanta ciencia por la tierra.
Han dejado entusiasmar sus almas y han sido arrebatados por su éxtasis.
Los santos ángeles los han cogido y los han llevado por encima del velo.
Rabí Schimeon respondió: ¡Son felices!
Y repuso la voz: Id ahora los que quedáis, porque el Señor os ha hecho fuertes contra la tierra y contra el cielo. Vosotros estáis en perfecto equilibrio y por lo tanto viviréis.
Se levantaron, y a su paso los perfumes surgían de la tierra.
Y Rabí Schimeon añadió: Veo ahora que la tierra será bendecida por causa de nosotros.
Y sus rostros estaban tan radiantes, que nadie podía sostenerles la mirada.
Así es como nosotros hemos aprendido que diez habían entrado en el arco o círculo y no habían salido más que siete.
Rabí Schimeon estaba henchido de alegría, pero Rabí Abba experimentaba una gran tristeza a causa de los que ya no vivían.
Pero un día que los siete estaban sentados en torno del maestro, Rabí Schimeon profirió una palabra misteriosa.
Y vieron entonces a los tres que les había sido arrebatados. Angeles elevados en dignidad los servían, abriéndoles puertas doradas y mostrándoles los tesoros que les habían destinado.
Entonces el alma de Rabí Abba se aplacó.
En lo sucesivo los siete maestros no abandonaron la morada de Rabí Schimeon.
Y Rabí Schimeon decía: Somos los ojos del Señor.
Rabí Abba respondió: Somos seis lámparas que debemos nuestra luz a la séptima, y la séptima eres tú.
Y Rabí Jéhuda le llamaba el Gran Sabbat de la semana de los misterios.
Un día se les apareció Elías con su vestido de piel y su faz con el triple rayo de luz.
Y Rabí Schimeon le dijo: ¿No estaban con nosotros en el arca cuando explicamos las palabras de la ciencia?
Elías respondió: Yo quise trasladarme, pero los ángeles me negaron sus alas, porque tenía otra misión que cumplir. Yo fui aquel día a consolar y liberar a vuestros hermanos que están en la cautividad. Yo he esparcido sobre sus cadenas un bálsamo que deberá algún día romperlas. Porque los justos no deben estar encadenados más que con coronas enlazadas unas con otras.
Así se encadenan los días de prueba con los de gloria, y en pos de la semana de trabajo vendrá la semana de reposo.
Entonces, toda cadena se prosternará ante el trono del Señor. Pero cuando los últimos del pueblo sean salvados, cuál no será la gloria de los justos!
Los pueblos serán su corona y se unirán a las fiestas del Señor, que resplandecen en el año en medio de la corona de los otros días.
Un triple banquete espera a los justos en las solemnidades del Gran Sabbat (Sábado) del porvenir.
Está escrito: Tú llamarás al sábado las delicias de los justos y tú le comprarás al santo del Señor.
Luego, cuál es, por excelencia, el santo del Señor?
Es Rabí Schimeon Ben-Jochai, que es glorioso en el mundo y que será más glorioso aún en el mundo futuro.
Aquí termina el santo libro del Gran Sínodo…”.
Sinceramente,

JOAN ARGENTIER

 

 

 

 

 

 

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