HEMEROTECA- Tomo I |
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Marzo 1973 – Año II – Núm. 5 |
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HERMETISMO |
DE LOS PENTACULOS Y TALISMANES
Su necesidad para el operador |
Trataremos en las presentes líneas de un tema harto interesante dentro de la disciplina que nos ocupa, tema que servirá para esclarecer un poco una vez lo hayamos desarrollado todo lo que se ha dicho sobre los tan traídos y llevados pentáculos y talismanes. Pretendemos hacer una disección un poco a fondo de estos conceptos para establecer entre las dos clases los puntos de separación y los de concordia para así después no confundirlos más tal como ocurre en la actualidad incluso entre personas que llevan algún tiempo ya por estos dominios.
La necesidad para el operador en el arte real de preservarse contra los eventuales choques en retorno conduce necesariamente, en virtud de la teoría de las correspondencias, a utilizar los PENTACULOS y los TALISMANES.
Como hemos dicho anteriormente no hay que confundir estas dos cosas.
La palabra pentáculo viene del griego penta-klea que no es un nombre de la lengua clásica pero se compone del plural neutro de pantos significando todo y del sustantivo kleos cuyo nominativo plural es klea queriendo significar acción gloriosa. La expresión significa pues: todas acciones honoríficas. De esta forma el pentáculo no se emplea más que para actuar solemnemente. La palabra talismán viene del griego pero en este caso pasando por el árabe. Constituye la reproducción del nombre telsam o telesm, el cual corresponde al griego telesma que viene a traducirse por operación mágica.
Como se ve, el talismán es un objeto únicamente mágico, mientras que el pentáculo puede tener otra destinación, incluso simplemente honorífica. Los pentáculos están constituidos por medallas metálicas que comprenden:
1.Una parte periférica sobre la cual se graban palabras, constituyendo en conjunto una sentencia legible.
2.Una parte central, en la cual se encuentran signos diversos, acompañados, o no, de letras, formando o no formando palabras legibles.
Los talismanes son, al contrario, anillos, bien entendido siempre metálicos engastados de pedrerías y llevando signos grabados, sea al exterior o al interior, pero por confusión se ha llamado talismán a algunas medallas poco regulares en su constitución que en realidad deberán ser llamados pentáculos, aunque por su uso tienen más bien el carácter de talismanes. Se debe, a fin de distinguir, llamarlas medallas talismánicas.
El pentáculo es un instrumento de protección para el operador en magia. El tiene la misión de “aislar”. Es, por tanto, esencialmente impersonal como todos los aislantes; el mismo pentáculo sirve, pues, para una misma operación mágica a cualquier operador. El talismán, al contrario, tiene un carácter eminentemente personal, su papel es comparable al de un generador secundario, que el operador utiliza para reforzar sus propios fluidos biológicos, a fin de poderlos armonizar mejor con la frecuencia de sus fluidos cósmicos. El talismán pues, no se puede prestar. En el caso de las medallas talismánicas se ha querido reunir en un solo objeto el efecto del aislante y el efecto del generador. El pentáculo, siendo por definición una medalla metálica, no hay ya que decir que la correspondencia de los metales empleados tiene una importancia capital. Todos los metales son susceptibles de ser convertidos en medallas y de ser grabados, excepción hecha del mercurio que en la temperatura ordinaria se presenta en forma líquida. Un pentáculo que tiene la correspondencia con el planeta Mercurio no se podrá pues establecer con el metal del mismo nombre; se fabrica con una plaquita de cobre dorada al mercurio. El empleo del cobre (metal de Venus) y del oro (metal del Sol) fijados sobre el precedente ayudando al mercurio, corresponde exactamente al papel cósmico de los planetas interiores (Venus y Mercurio), cerca del Sol. El planeta Mercurio es raramente visible porque se encuentra bañado dentro de la irradiación solar; entonces el metal mercurio desaparece mientras que se ve sólo el oro, pero el Sol, cuyo papel es el de inductor general en el sistema planetario, tiene como primer inducido visible el planeta Venus: cuyo pentáculo en cuestión debe estar fabricado con el metal que corresponde al planeta que se constata visualmente como el más cercano al Sol, es decir, el cobre; pero dorado al mercurio porque una capa de oro le envuelve, lo mismo que los fluidos de Mercurio se interponen entre los de Venus y los del Sol.
Las partes periféricas de los pentáculos están constituidas por sentencias extraídas única y exclusivamente de textos fundamentales (en ningún caso de textos secundarios), reproduciendo frases rituales que por su composición literal tienen un valor vibratorio debidamente acorde con los fluidos representados por el signo planetario correspondiente al metal empleado. La parte central situada entre los dos círculos concéntricos que encierran la parte periférica comporta grabados representando siempre una figura simbólica; ésta es buscada según el papel particular que los fluidos planetarios dichos deben asumir durante tal o cual operación definida; esta parte central representa, pues, la “manera” que trabaja una inducción planetaria para “proteger” al operador y para que dicha “manera” no pueda ser olvidada o confundida con otra parecida sobre un pentáculo correspondiente a un planeta diferente. Algunas inscripciones breves y significativas acompañan a la figura dicha. Algunas veces una cifra variada por algunas configuraciones especiales completa estas inscripciones para recordar mediante un número, generalmente simbólico, el uso que debe ser dado al pentáculo.
Los talismanes o anillos rituales son lo mismo que los pentáculos teóricamente confeccionados con un metal correspondiente a un planeta. El astro elegido es aquel que en el tema natal del operador se encuentra influyendo sus posibilidades operatorias. El papel de este astro es, pues, particular al operador, de suerte que las posibilidades operatorias no se encuentran siempre representadas por el mismo astro en todos los temas. Sin embargo, prácticamente, en razón de la alteración al contacto con la atmósfera y de sus agentes, de la mayoría de metales, los talismanes se hacen normalmente de oro. La regla estricta de la correspondencia sufre pues una alteración. Estas excepciones no tienen tanta importancia como podría creerse en principio por el hecho de que el oro juega el mismo papel que el Sol, el cual se conduce como un inductor general.
Este es el motivo por el cual muchas veces cuando se trata de un auténtico talismán el anillo lleva engarzado una piedra que tiene entonces la perfecta correspondencia con el planeta de que se trate.
Ritualísticamente la piedra engarzada debe estar tallada de manera que se le dé la forma del astro correspondiente con el cual se encuentra en acorde atómico. Pero aparte un poco todos estos detalles de construcción, diremos también como cosa importante que el talismán del operador lleve obligatoriamente, sea en la parte externa o interna, los signos que indiquen su personalidad propia; resumiendo diremos que estos signos representan las cualidades que el operador posee para operar. Grabadas sobre la parte externa del anillo, revelan las cualidades del operador desde que éste se lo pone. Así el talismán dice quién es quién. Pero grabadas en la parte interna del anillo disimulan cualidades parecidas y no pueden revelar la personalidad del que lo lleva al menos que éste se lo saque y lo muestre identificándose totalmente, por así decirlo.
Remarcando un poco más estas diferencias entre las grabaciones internas y externas sobre un talismán diremos que toda grabación dicha externa, ya que se encuentra en la parte perfectamente visible del anillo, revela la cualidad ordinaria del operador. Se ve, por así expresarlo, inmediatamente el género de operaciones de las cuales es capaz de realizar. Si el género es común dentro del arte, todo guardián o celador de la puerta de acceso de un lugar iniciático lo reconocerá como un operador desconocido pero reconocido en sus cualidades y le dejará libre el paso. Toda grabación interior por razón de su posición, indica en el caso del operador excepcional dotes que sólo otro iniciado de su nivel puede reconocer y no un simple guardián. Los escritos árabes, Las Mil y una Noches, texto eminentemente esotérico, libro que como todos los que tratan algo del arte de los sabios está escrito en clave, menciona muchas veces a personajes que muestran la parte interior de su anillo en determinadas circunstancias. La razón por lo que hemos explicado anteriormente es fácil de comprender.
Al principio la fabricación de pentáculos y talismanes era hecha por los propios maestros del arte. De este hecho resultó una superstición que dice que lo han de fabricar los operadores con sus propios medios. Antes que había escasez de orfebres, lógico era que los propios maestros tuvieran que hacerlo ellos mismos, pero hoy en día que la orfebrería y la bisutería son oficios practicados normalmente con muchos talleres y obreros especialistas, los maestros mismos se han dirigido a ellos no solamente para que les fabricaran bajo diseño talismanes y medallas, sino todos los objetos necesarios para las ceremonias propias del arte. Lo que sí se recomienda es que para ponerlos en práctica es necesario que primeramente sean exorcizados y después confirmados para su uso mediante la consagración adecuada a cada caso.
Los pentáculos, teniendo como fin definido y concreto el de proteger al operador, se llevan o colocan:
1.Sobre el pecho suspendidos por un cordón que tiene que ser
del color que esté en correspondencia con el pentáculo.
2.Sobre el perímetro de la operación en los puntos indicados
por los esquemas de los círculos mágicos.
LOS TALISMANES SE PONEN EN UN DEDO DE LA MANO IZQUIERDA Y NO DE LA DERECHA PORQUE LA MANO IZQUIERDA, MANO PASIVA, ES LA QUE SE SERVIRÁ EL OPERADOR PARA REALIZAR LOS GESTOS MÁGICOS.
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Los talismanes se ponen en un dedo de la mano izquierda y no de la derecha porque la mano izquierda, mano pasiva, es la que se servirá el operador para realizar los gestos mágicos. La razón si nos referimos a la actitud que el operador observa ritualmente es fácil de comprender. Vuelto hacia el sur y teniendo a su izquierda el Oriente, el empleo de la mano derecha tendrá por efecto natural el contrariar el movimiento diurno, mientras que la mano izquierda permitirá cumplir sin esfuerzo de gestos, dentro del sentido de este movimiento. Hay que recordar que el operador utiliza los fluidos, los conduce en una dirección dada, mas él no los mueve por sí mismo; son las fuerzas cósmicas quienes los mueven.
Referente al dedo que debe llevar el anillo, tampoco es indiferente que sea indistintamente. Cada dedo se refiere en correspondencia a un planeta concreto que indica la llamada Quirología. El pulgar corresponde a Venus, el índice a Júpiter, el medio a Saturno, el anular al Sol y el meñique a Mercurio. Es costumbre iniciática de llevar el talismán en el dedo anular; en efecto, el Sol caracteriza el movimiento diurno y juega el papel de inductor general.
Es en la falange más cercana a la palma de la mano donde se coloca el talismán, en las otras habría riesgo de perderlo, pero mágicamente esta razón no tendría más que un valor secundario y la razón estricta por la que hay que ponerlo en la falange más próxima a la palma es que estas falanges son las más próximas a lo que en Quirología se llama el campo de Marte y que es la cruz de la mano en términos generales; ya que el planeta Marte representa en el hombre las energías activas y los gestos del operador, se cumplen así de una manera acorde con los movimientos cósmicos.
Los pentáculos, siendo después de todo, medallas, en su concepción más primitiva, han dado lugar a todas las imitaciones más corrientes que vamos seguidamente a citar:
1.Las medallas representativas de la calidad de iniciado que era necesario reproducir para penetrar en los lugares reservados a la enseñanza secreta; de esta clase es la medalla de la Isla de Creta que reproducía un laberinto y servía de guía para encontrar el camino más corto, dando acceso al monumento iniciático.
2.Las medallas conmemorativas que recuerdan un hecho notorio de la vida iniciática, sea individual o colectivo.
3.La moneda corriente que por su valor adquirido ha tomado los caracteres de un pentáculo.
4.Las medallas decorativas cuyo origen es la insignia en forma de pentáculo que los iniciados llevaban en el curso de las ceremonias.
5.El escudo de los caballeros, representando los signos distintivos de las organizaciones a que pertenecían.
6.Los escudos de las ciudades y de los estados que fueron constituidos a título de pentáculo protector.
7.Las marcas de fábrica que fueron en principio marcas de corporaciones y firmas de compañeros de los gremios artesanales de la Edad Media.
Los talismanes propiamente dichos tienen también sus degeneraciones y sus exponentes más comunes, que son:
1.Los anillos indicativos de una casta, sea ésta religiosa,
civil o iniciática.
2.El anillo de esponsales y similares, los aros de las orejas y los
de la nariz
usados aún en algunos
pueblos sin civilización aparente,
objetos que
dan una jerarquía a la cara.
3.Los brazaletes para los brazos y para las muñecas que no tienen más sentido
que la simple ornamentación.
Algunas últimas relaciones con todo lo anteriormente expuesto, tanto al respecto de los pentáculos como de los talismanes, observamos que hay muchos objetos de uso común que tienen relación directa con los principios del arte real. Aún podríamos citar muchos más casos de los que hemos citado. Daremos el último repaso haciendo salir a la palabra las medallas de santos, los exlibris, algunos grafitos, etc., etc.
Todo lo anteriormente expuesto para unos parecerán simples supersticiones y a otros quizá les dejará entrever ciertos aspectos de un arte en el cual muy pocos tienen acceso.
Ciertamente y por la razón que hemos dado de ser muy pocos los que tienen acceso al mismo, muchos falsos maestros han pretendido hacer recopilaciones de los temas dándolo en forma de formularios infalibles para iniciarse en las operaciones más complicadas del tema que tratamos. Aquí es donde arrancan todas las supercherías y acaba el arte propiamente dicho, aquí es donde existe el caos que debe desenmarañar el neófito para abrirse paso hacia la verdad y así remontar las dificultades primeras.
No seremos nosotros quienes diremos que ésta sea tarea fácil, pero tampoco seremos de los que la dan por imposible abandonando antes del límite del combate. No se trata de “tiempo” sino de “curso” del fenómeno; si el estudiante busca, hallará la solución más pronto o más tarde, pero la hallará al final. Esto es lo que importa y lo demás pierde valor ante el hallazgo.
Tema el que hemos de abandonar, áspero al cien por cien ya que estamos tocando aspectos prácticos del arte, esto es operatorios y quizá muchos aún se están estrellando con las barreras que les interpone la teoría; creemos sin embargo que es interesante que el lector aficionado se dé cuenta de que el Hermetismo no son sólo teorías y más teoría, sino que existe y esto es lo más importante de todo, la aplicación práctica de los principios doctrinales que se estudian tanto en la Alquimia, Astrología, Magia, etc., etc.
Sólo hace falta, para entrar en este camino, tener cogido el timón muy firmemente para no caer en ridículos ni supersticiones que a la larga no hacen más que desengañar y aburrir al mismo sujeto; una confianza absoluta en sí mismo, muchas horas de estudio y unas cuantas de oración serán, a nuestro criterio, las herramientas que llevarán al novicio en Hermetismo a ir poder ascendiendo por la escalera filosófica desvelando poco a poco todo lo que está oculto aparentemente, siendo en poco tiempo contado entre los que llevan el estandarte de la libertad espiritual.
En espera de que todo lo expuesto ayude a los que principian por los terrenos del Hermetismo dejaremos la continuación de nuestras líneas para más adelante, pues mejor será ahora que repasemos todo lo dicho, lo meditemos, comparemos y, por qué no, rectifiquemos, destilando así la esencia de lo que expresan, a guisa de digestión mental, para poder así de esta forma sacar todo el jugo a esta labor de recopilación que hemos realizado acerca de los pentáculos y talismanes usados actualmente en el arte de los sabios.
Hasta una nueva ocasión en que estaremos nuevamente en contacto a través de la página de esta revista, sincera y cordialmente,
JOAN ARGENTIER
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