SABER MÁS - Enigmas y Misterios
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JÍBAROS-SHUAR: LOS REDUCTORES DE CABEZAS
No es una ficción: reducen las cabezas de sus enemigos y las conservan como trofeo de guerra. Popularmente los conocemos como jíbaros y son poseedores de tradiciones ancestrales.
La cabeza representa la esencia de la inteligencia, el poder del pensamiento, pero también la conexión con lo ancestral y con la sabiduría de los antepasados. Los shuar tienen muy claros todos estos parámetros. Aunque oficialmente ya han abandonado la práctica de reducir cabezas, nadie olvida que esta actividad es la que les ha hecho famosos en todo el mundo. Pero, ¿qué hay de cierto? ¿Es posible menguar los huesos del cráneo? Las cosas no siempre son lo que parecen.
¿CABEZAS O CARAS?
En realidad, lo que hacían los jíbaros era reducir el rostro del enemigo y desechar los huesos, ojos y otros elementos “superfluos”. Dicho de otra forma, se quedaban con la parte externa del cráneo, no con éste. Es un dato relevante que nos induce a pensar que la concepción mágica del trofeo no residía en la cabeza sino en la representación que obtenían de ella. El hecho de menguar la cara y, por tanto, la expresión facial de sus enemigos, tenía un alto valor mágico amén de despreciativo.
LOS UWISHIN: MAESTROS DE CEREMONIAS
Volvamos a los reductores. La cabeza reducida recibe el nombre de tzantza y es, no lo olvidemos, un elemento litúrgico y mágico. Por tanto, precisamos de un director de orquesta que le dé poder al trofeo. Aquí es donde entran en juego los magos y chamanes de los jíbaros.
Se les llama uwishin, “el que conoce todos los secretos”. Su preparación como brujos y hombres de medicina suele durar unos seis años durante los cuales se someten a rituales iniciáticos que van desde el ayuno hasta el sacrificio físico, pasando por el aislamiento del resto de la tribu y la abstinencia sexual.
Al margen de las cuestiones de índole mágica, los uwishin aplican sus conocimientos médicos a los enfermos tras hablar con los espíritus de la selva y con las entidades malévolas causantes de las dolencias. Para establecer el método de curación, los uwishin ingieren plantas psicotrópicas como la ayahuasca o el peyote. Es así como superan ciertas fronteras que delimitan los sentidos y son capaces de realizar diagnósticos o determinar formulaciones mágicas. Posteriormente, de regreso al estadio de consciencia que comparten con los demás, los chamanes cantan, bailan, efectúan pases mágicos y preparan remedios curativos o llevan a cabo otro tipo de rituales.
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CUANDO LAS CABEZAS SON MÁGICAS
La figura del uwishin es vital en la ceremonia de reducción de cabezas. No tiene que ocuparse directamente de ello, pero su participación es indispensable para proteger la marcha de todo el proceso, dotarlo de la seguridad mágica necesaria y, cómo no, de conseguir aplacar -y conducir- a los espíritus presentes en la ceremonia.
El trofeo o tzanza se elabora para que el vencedor recupere sus fuerzas obteniendo las del difunto, que quedarán manifestadas en el fetiche de la cabeza reducida. Para conseguirlo, el chamán o brujo efectúa una gran ritual con el fin de rescatar, desde el más allá, la energía del finado y trasladarla primero a la cabeza y después a su nuevo poseedor, quien además podrá adquirir poderes mágicos o sobrenaturales tan relevantes como la capacidad de desvelar el significado de los sueños.
Los shuar dominan a la perfección técnicas oníricas. En los sueños, advierten atisbos de futuro, reciben respuestas a sus dudas existenciales y escuchan mensajes de sus antepasados. Comparten sus vivencias con los más ancianos y con los chamanes, y creen que los espíritus y dioses se les manifiestan cuando duermen. Quien posee una cabeza, además de poder, tiene mejores sueños reveladores.
SHUAR: GUÍA PARA CONOCERLOS
Geografía: Viven en el Amazonas, en el altiplano de Ecuador y zonas limítrofes con Perú. Hay algunas tribus en las laderas orientales de la cordillera de los Andes y en los valles de los ríos Marañón, Santiago y Pastaza superior.
Sociedad: Respetan y veneran profundamente a las mujeres y a los ancianos a quienes miman con esmero. Todo el clan familiar vive en una gran choza denominada jibaria, capaz de albergar hasta cuarenta miembros. Carecen de estructuración política.
Fama: Seres feroces y salvajes. En realidad fue un pueblo guerrero muy temido. Ni los incas, ni los colonizadores españoles lograron someterlos en sus distintas invasiones. Los intentos de cristianizarlos, llevados a cabo en el siglo XVI, fueron un rotundo fracaso. Su lema en la lucha era «ganar o morir, jamás perder o rendirse». Tras la victoria reducían las cabezas de sus enemigos y las guardaban como trofeo, práctica que les proporcionó una fama de alcance mundial.
Actualidad: Prácticamente mantienen sus territorios. Se calcula que la población no supera los 20.000 individuos. Han abandonado la reducción de cabezas humanas. Ahora las fabrican con piel de cabra para venderlas como souvenirs. Viven de la caza, la pesca y la agricultura. Cultivan frijoles, maíz, plátano y algodón que utilizan para obtener fibra con la que confeccionar sus prendas de ropa.