EL SIGNIFICADO DE LOS ARCANOS MAYORES
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EL ARTE DE INTERPRETAR LAS CARTAS: La cartomancia no es ciencia sino arte. No es ciencia porque no se puede medir, porque sus resultados no siempre son exactos; por eso dicen los buenos cartomantes que su trabajo, su práctica esotérica, no es más que una labor artesanal, en la que se pretende conectar con algo desconocido para obtener una respuesta o consejo sobre una serie de cuestiones.
Para poner en práctica este sistema de consulta, el consultante deberá tener muy clara la pregunta que desea formular y emitirla lo más claramente posible, teniendo en cuenta que la respuesta de las cartas tan solo serán una orientación sobre cómo debe actuar, pero no una respuesta imperativa, esto es, que deba seguirse al pie de la letra. Lo que manifiesten las cartas, que siempre son consejeras y no dictadoras de decisiones, jamás debe ser el motor de nuestro destino. Aconsejar es hacer recordar lo que ya se sabe a nivel del subconsciente pero que no puede aflorar sin un adecuado estímulo.
HISTORIA DEL TAROT: El Tarot se remonta a un pasado muy difícil de reconstruir. De orígenes desconocidos, para algunos estudiosos se remonta a los antiguos egipcios, otros dicen fueron los árabes sus inventores; y no faltan los defensores de una cartomancia china o incluso hindú.
Los primeros testimonios del siglo xiv muestran unas cartas árabes que reciben el nombre de “naip”, origen del nombre naipe. En el año 1379, una crónica de Viterno supone la introducción de los naipes en Europa procedentes de Sarasinia, país sarraceno.
La cartomancia se menciona en España por primera vez en el siglo xv a través del libro Tratado de las especies de Divinación, del obispo don Lope Barrientos. En el siglo xvi las Ordenanzas de la Banda prohibían a sus caballeros el juego de naipes, y Juan I hizo extensiva esta prohibición a sus Estados. También tenemos que recordar aquella leyenda que asegura que los naipes se inventaron para distraer a Carlos VI de su locura, y como prueba de esta aseveración se muestra una baraja de finales del siglo xiv cuya pertenencia se atribuye a este rey, y que se expone históricamente en la Biblioteca Nacional de París.
En la Academia de Carranza, en Bergamo, encontramos la baraja del cardenal Sforza, del siglo xv; y en Nápoles existen láminas de instrucciones de juego que datan de 1580.
La leyenda del dios Thot como padre del Tarot fue estudiada por eminentes ocultistas. En el año 1652, el abad Anastasius Kircher publicó en Roma la obra Oedipos Aegyptiacus, de este estudio se valieron muchos investigadores. Entre 1773 y 1783 Antoine Court de Gébelin publicó su obra El mundo primitivo analizado y comparado con el mundo moderno, donde sostiene la teoría del Origen del Tarot Egipcio. En 1783 Etteilla se hizo famoso por sus afirmaciones, estudios y creaciones particulares de los juegos de cartas. En 1810 Eliphas Levi, sacerdote católico, también conocido como el Abad Constant, escribió Dogma y ritual de la alta magia. En 1889 el gran esoterista Papus (Gerad Encause) escribió el Tarot de los Bohemios, aportando datos sobre la magia del Tarot y su procedencia.
En el siglo xx el Tarot se populariza mostrando todo su gran potencialidad y se confeccionan nuevas barajas; sin embargo, se han mantenido en la tradición de sus orígenes conservando los símbolos de las veintidós tablas de Thoth.