Gran Juego del Yo |
NUESTRO CARÁCTER REFLEJADO EN LOS ANIMALES
Imagine que vive una segunda vida, en la cual usted sería uno de estos diez animales. Responda a esta pregunta:
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Le gustaría ser:
El León:
Conquistar, dominar, vencer, son las tres palabras maestras de su filosofía existente. Usted se fija una meta y la alcanza, cueste lo que cueste, a despecho de cualquier dificultad. Este imperialismo –que a sus ojos es la única manera de alcanzar su plenitud– se extiende a todos los terrenos: cultural, profesional, sentimental. Le gusta pasar por un señor, despertar la admiración y el respeto ajeno, a veces hacer temblar al prójimo. Sin embargo, es usted más vulnerable de lo que cree al punto de poder tropezar en los más pequeños obstáculos. Mucho cuidado con su talón de Aquiles.
Tiene espíritu creador, una ambición que lo devora y el gusto para la realización. Va directamente a lo esencial. Le atraen los objetos valiosos que realzan su prestigio.
Su felicidad es también a menudo ostentosa e insolente. Nada tiene el menor valor para usted si no proclama a los cuatro vientos y es reconocido por unos y otros. Es presa de violentas pasiones, que se apoderan enteramente de usted. Pero, a través de la persona amada lo que usted hace es buscarse a sí mismo.
Le gustaría ser:
El Caballo:
Está continuamente buscando un absoluto noble y bello. En todos los terrenos, lo que realmente le atrae es la ‘‘perfección’’. Para usted la felicidad es inseparable de la comunión con los demás, a condición de que sean y se comporten como usted quiere.
Esta actitud, sin concesiones, le procura momentos maravillosos, pero le puede conducir también mucho más lejos de lo que usted imagina. Soñar tal ideal es una cosa, vivirlo es otra. Y cuanto más alto se sube más dolorosa puede ser la caída.
A usted lo atraen las profesiones liberales cuyo estatuto social es elevado, que le permiten gozar de una auténtica independencia y cuyo ritmo de trabajo se armoniza con su temperamento. Pero, en este terreno como en los demás, su criterio esencial sigue siendo el buen gusto, la armonía, la calidad.
Le gustaría ser:
El Elefante:
Usted aborda la existencia con calma y serenidad. Sin duda alguna, las emociones le causan impacto, como a la mayoría de la gente, pero raramente lo demuestra. Su humor es casi inalterable. Confía en su juicio. Usted ‘‘tranquiliza’’ a quienes le rodean y ellos se lo agradecen.
Aunque sea inspanidualista, se adapta sin dificultad a las reglas existentes. Antes de tomar una decisión reflexiona mucho. Debido a su inclinación a no exteriorizar sus sentimientos, a veces se le acusa de indiferencia. Su frialdad disimula un corazón tierno y fiel. Poco inclinado a los cambios y a las aventuras pasajeras, organiza la vida sin preocuparse de los obstáculos que surgirán. La verdadera felicidad no es fácil de alcanzar. Camina lenta, difícilmente, pero cuando se alcanza, es duradera.
Le gustaría ser:
El Pavo Real:
Para usted, la apariencia es lo más importante. Le gusta que hablen de usted, que le admiren. Su felicidad es inseparable del reconocimiento de su talento y de sus virtudes. Se le tiene por una persona segura de sí misma, de su poder y sin embargo es usted muy vulnerable. Y si pasa largas horas ante su espejo es porque trata de descubrir más allá de lo aparente, su verdadero ‘‘yo’’. Su actitud respecto a los demás, hecha de seducción, de artificios, de autosatisfacción, no es más que un medio –uno más– de fijar y spanertir las miradas ajenas, mientras usted se entrega, en su fuero interno, a un sueño secreto y tierno.
Su amaneramiento, su afición a las manifestaciones espectaculares y refinadas, son las que guían la mayor parte de sus gustos culturales y sociales. Cuando está enamorado, siempre se busca a sí mismo, a través del otro, lo cual ya es una búsqueda difícil e interminable, lo que le incita a multiplicar sus aventuras amorosas. De hecho, muy pocos amigos suyos conocen su auténtica cara. Incluso usted mismo, manejando el disimulo tan a menudo, ¿acaso no corre el riesgo de no poder distinguir, un día, la cara de la máscara?
Le gustaría ser:
El Gato:
Adora la existencia y la consume con avidez. El conjunto de sus posibilidades intelectuales e instintivas está enteramente consagrado a ello: a vivir la vida intensamente. Lo natural, lo sobrenatural, todo le es útil. Como usted es tremendamente inspanidualista, organiza su existencia en solitario. En su vida sentimental, profesional y social no se arredra ante nada. Frente a una dificultad es capaz de mostrarse agresivo, sarcástico, incluso cruel. Se siente mejor en los trances difíciles que en rutinario vivir cotidiano. Y si alguien se le resiste más de la cuenta, usted sabe cuándo debe ceder.
En usted la felicidad reviste cierta intensidad, pero a menudo sigue siendo inestable. Siente la tentación de jugar sobre la cuerda floja. Para rematar este retrato, tendríamos que hablar también de este gusto algo mórbido que usted tiene por el sufrimiento (el suyo y el de los demás). Se le perdona fácilmente, como se le perdona su extravagancia. ¿Acaso no es usted irresistible?
Le gustaría ser:
El Perro:
En usted los sentimientos lo dominan todo. Aborda los seres y las cosas con el corazón en la mano. El mundo externo ejerce gran influencia sobre usted y lo modela.
A usted le gusta compartir y repartir. Tanto en el terreno del amor como en el de la amistad, usted se deja absorber. A tal punto que, a no tardar, usted ya no sabe lo que es de su propia personalidad o lo que no es, en realidad, más que la influencia de los demás. Vivir así, en simbiosis total, le aporta satisfacciones puras e intensas, pero también pueden hacerle correr graves peligros. Es por ello por lo que usted debe elegir sus compañeros con el mayor rigor posible.
Si es cierto que usted se adapta muy fácilmente a las más variadas situaciones, también lo es que no llega siempre hasta la meta que se había fijado. El esfuerzo sostenido le desagrada y lo aburre. Tiene el alma tolerante y comprensiva, que se entrega, pero le falta dinamismo y firmeza, y a ratos cierto realismo. Sus gustos son firmes. De siempre, instintivamente, con la nota justa, con el pequeño detalle que, sin ostentación alguna, armoniza el conjunto.
Le gustaría ser:
El Mono:
Tiene usted un espíritu curioso, siempre al acecho de lo novedoso, siempre dispuesto a sacar partido de ello. Su memoria es excelente (sobre todo en lo que se refiere a los detalles); su exigencia es flexible y eficaz. Tiene más imaginación que afición a la reflexión, y más habilidad que ideas generales. A veces sacrifica lo esencial a lo secundario.
Respecto a la felicidad, a usted le gusta mostrarse un tanto pesimista. Cuando alguien cree apresar su personalidad, resulta que sólo posee su reflejo, su apariencia. ¿Para qué mostrarse demasiado exigente, si unas cuantas pequeñas alegrías bastan para sentirse feliz?
En usted el amor está más dominado por la cabeza y los sentidos que por el corazón. No se ata usted fácilmente y sin embargo soporta mal cualquier ruptura que no haya sido provocada por usted. En el ejercicio de su profesión, da pruebas de tener ideas brillantes. Cuando se necesitan dotes de improvisación concreta, usted sobresale siempre.
Le gustaría ser:
El Marisco:
A usted no le desagrada vivir al margen del mundo, bien arropado en su sueño interior. Su nostalgia del seno maternal marca siempre sus decisiones y le incita a preferir el pasado al porvenir, la seguridad en lugar de la aventura. Usted necesita que lo mimen y que lo protejan. Sin embargo, aunque usted no prodigue las manifestaciones espectaculares, esto no excluye los remolinos interiores. Es romántico e ingenuo pero en su vida sentimental carece de realismo. Es más padre que esposo; más madre que amante, y educa a sus hijos en una atmósfera cariñosa, pero asfixiante. Poco ambicioso, más ligado a su hogar que a sus amigos, al éxito o al dinero, usted va cumpliendo tranquilamente su tarea cotidiana, sin prisas excesivas y sin refulgencias de ninguna clase. Con tal de que no le metan muchas prisas, siempre se puede contar con usted.
Le gustaría ser:
La Gamuza:
Trata de superarse a sí mismo en todo momento. ¿Es acaso la búsqueda de lo absoluto? ¿El gusto de la plusmarca? En todo caso, su perpetua marcha ascendente es lo único que puede ofrecerle su plena realización. A condición de que vigile dónde pone los pies y de que no se deje llevar por una imaginación a menudo subvalora las contingencias materiales.
Le preocupa más la prosecución de la felicidad que ésta. Y tan pronto la alcanza la considera insuficiente. Sus límites retroceden a medida que usted avanza. Pero usted no se desespera por ello. También tiene tendencia a idealizar a la persona amada. Usted la ‘‘sueña’’ algo, pero, al mismo tiempo, exige que esa felicidad soñada se refleje en usted con toda lucidez, y con la mayor independencia. La libertad recíproca tiene para usted una dimensión importante en el amor, ya sea una libertad sentimental o física.
Le gustaría ser:
El Pez:
Su naturaleza es a la vez maleable y difícil de apresar. Usted se aparta de quien le busca y huye de quien le persigue. Pertenece a todos y a nadie y prefiere la humanidad entera a tal o cual inspaniduo. Lo que no quiere decir que usted no sea capaz de ser altruista. La felicidad es algo personal, que no manifiesta. Le gustan las alegrías simples, oscuras, secretas, fugitivas. Su spanisa es: ‘‘Para vivir felices vivamos escondidos’’.
Usted espera y favorece la llegada del amor con una mayúscula, sólidamente enraizado. Si lo encuentra –o más bien: si viene hacia usted, porque no es un gran conquistador– se entrega a él sin reticencias, aunque a veces lo haga con un espíritu de sacrificio desmesurado.
No le gustaría ser:
El león:
Su cualidad dominante es la discreción. Teme siempre imponerse, importunar o herir.
Su vida interior le absorbe enteramente. Ello le permite distanciarse del mundo, huir de la agitación, del ruido, del las manifestaciones ostentosas. Es irritante para usted estar oyendo siempre hablar a los demás de productividad, de voluntad de poder, de éxitos. El culto de las stars, el alboroto publicitario, los agasajos fastuosos a los hombres públicos o la celebración de las proezas económicas, se le antojan preocupaciones bastante vanas. Prefiere aislarse, dejar vagabundear su espíritu. La poesía, el arte por el arte, la búsqueda desinteresada, la contemplación, le parecen un paliativo indispensable a esta tecnocracia orgullosa que se extiende por el mundo entero.
Es usted sentimental, discreto, fiel, refinado. A veces es melancólico y está amargado, pero es siempre respetuoso con los sentimientos ajenos. Quizá le falte algo de autoridad y de ardor. Es paciente y honesto. Puede comprenderlo y perdonarlo todo. No confunde nunca el amor con el amor propio.
No le gustaría ser:
El Caballo:
Usted toma la vida como viene, sin entusiasmo y sin agrura. Esto no quiere decir que esté plenamente de acuerdo con el mundo que lo rodea, pero prefiere que sus sentimientos no se conozcan. Está acostumbrado a hacerse cargo de todo, tiene pocas necesidades, ya que posee una noción estricta de sus gustos y de sus límites. No le desagrada armonizar su comportamiento con el de la inmensa mayoría y es tan indulgente con los demás como consigo mismo. No es un sujeto muy emprendedor, pero sabe disimular impasiblemente su sensibilidad. No cree en la pasión exclusiva y nada le desagrada tanto como el exteriorizar sus emociones. El pudor, la lucidez, la tolerancia, son sus cualidades dominantes. Su punto débil es su propensión al descorazonamiento. Pero, como todos los tímidos, a veces tiene rasgos de autoritarismo. Se acomoda usted fácilmente al celibato, pero sueña en secreto fundar un hogar.
Es escéptico y acepta a menudo tareas profesionales que son indignas de usted, pero las cumple lealmente. Busca la seguridad y no pide a su situación gran cosa: se conforma con ganarse su vida.
No le gustaría ser:
El Elefante:
Su debilidad es aguda y está a flor de piel. La menor cosa lo trastorna o lo tranquiliza. En el primer contacto se siente conquistado o definitivamente rechazado. Detesta las personas frías y calculadoras, bobas, maniqueas. Todos aquellos que careen de ideas y de espontaneidad. Vive usted feliz en un mundo novelesco y el retorno a la realidad no se logra siempre fácilmente.
La pasión domina su existencia. Se enamora con facilidad y considera que esto es natural. En lugar de disimular sus sentimientos usted busca en las relaciones sentimentales una determinada libertad e incluso cierta fantasía. Y, aunque le horrorice la tiranía conyugal, su corazón sigue ligado a la persona elegida y sacrifica de buena gana su hogar a sus ambiciones profesionales.
En su trabajo, la imaginación y la intuición son sus mejores triunfos. Posee un buen humor comunicativo, con lo que se facilita el trabajo en común. Incluso en las circunstancias más imprevistas, tiene solución para todo. Es rebelde a cualquier disciplina rígida, se siente incómodo en los trabajos duros, pero cuando se trata de improvisar, es maravilloso. Usted triunfa rápidamente o de lo contrario abandona la partida.
No le gustaría ser:
El pavo real:
Incluso cuando usted no se siente del todo usted mismo, prefiere seguir siendo como es a tener que usar de artificios para tratar de modificar sus relaciones consigo mismo o con el mundo.
Está fuertemente marcado por su infancia, por su familia, su educación y por el medio en que vive. Da a lo aparente mucha importancia y es por ello por lo que piensa que un alma ligera se esconde siempre tras una imagen encantadora y desenvuelta. Sus gustos son clásicos, discretos. Tiene horror a lo gratuito y a lo que es demasiado espectacular. Tiene el sentido de la solidaridad humana, pero usted no se compromete fácilmente. El amor es para usted inseparable de la estima y de la ternura. Y si se lo toma tan en serio es porque no ignora que las alegrías y las penalidades lo marcan durablemente.
Tiene un gran respeto por el trabajo bien hecho. Ejercer una profesión no es solamente un medio de ganarse la vida, sino de realizar un acto constructivo. El éxito social, cuando es la recompensa de un esfuerzo, no le parece incompatible con el culto de la virtud.
No le gustaría ser:
El Gato:
Nada le irrita tanto como el misterio y los artificios. Las maneras insolentes, los procedimientos brutales le repelen. Los números de encantamiento, las sonrisas incitadoras, lo ponen en seguida en guardia. Detrás de la fachada, sospecha usted, se esconde una trampa.
Le gusta la vida social, el orden, el equilibrio, la discreción y el buen humor. Trata de comprender y participar. Ignora el rencor. Ante las desgracias y el sufrimiento ajenos su emoción es sincera. Piensa que, con un poco de paciencia y de buena voluntad, muchos problemas encontrarán solución. No es capaz, en cambio, de soportar las exhibiciones masoquistas ni la ostentación del dolor, cuando se hace interesadamente. Lejos de los dramas pasionales, de las peleas conyugales y de los desgarramientos, usted sueña sobre todo en un amor tierno, apacible y duradero, al lado de un compañero o compañera comprensiva en que poder depositar toda su confianza
No le gustaría ser:
El Perro:
Tiene un horror tremendo a la sensiblería, a la cursilería y a la blandura. Usted ama las personas enérgicas, las que tienen un carácter dinámico, y el alma bien forjada. Practica el culto de los héroes, que progresan sin preocuparse de las dificultades.
Sin indulgencia para los vacilantes, los cobardes, para aquellos que viven de compromisos y de concesiones, usted está siempre dispuesto a defender sus ideas y cuando se deja convencer es sólo por razones convincentes, y no por motivos sentimentales.
Muy inspanidualista, gusta sin embargo de ver compartir su punto de vista por la mayoría. El temor de que le tomen por un débil puede conducirle a comportarse de forma egoísta. Ignora como un cuerpo a cuerpo, en el que hay que vencer sea como sea los amores etéreos y considera las relaciones entre los sexos fea. Usted desea ser querido tanto por sus cualidades como por sus defectos. Sin embargo, en el plano íntimo, usted no es tan insensible como se empeña en querer demostrar.
Sobresale en los cargos de responsabilidad; aquellas profesiones que exigen combatividad son las más convenientes para usted. Un esfuerzo denodado, incluso sostenido, no le arredra en absoluto.
No le gustaría ser:
El Mono:
Tiene un espíritu liberal, un alma generosa, un humor sin altibajos, una visión clara de las cosas, que usted aborda en su conjunto, sin dejarse influir por los detalles y las peripecias marginales. Tiene una gran confianza en sí mismo y en los demás. Lo que impide que llame pan al pan y vino al vino. Detesta la mezquindad, la hipocresía, la adulación, la vanidad pueril y desprecia a quienes sacrifican su personalidad a sus intereses. La vuestra, es indiscutible, no debe nada a nadie. Su manera de actuar, a veces algo brutal, no excluye que usted lleve siempre el corazón en la mano. El amor, para usted, significa compartirlo todo: alegrías, ideales, penalidades. Su pasión es de una pieza, exclusiva, sin matices. Usted asocia su compañero o su compañera a su vida. Exige mucho, pero también lo da todo.
Su potencia de trabajo es regular y enorme. Sin embargo, por el hecho de que le repugna rodearse de ciertas garantías, corre el riesgo de no obtener de todas las operaciones que realiza todo el provecho deseable.
No le gustaría ser:
El Marisco:
Se siente atraído por el espacio, la acción, el movimiento y tiene una necesidad vital de apresar el mundo, de vibrar al contacto de las personas y de las cosas. Esta sed de emociones, incesantemente novedosa, la debe a su curiosidad natural, pero también a la conciencia de su invulnerabilidad.
Las aventuras que usted anhela vivir –y que vive– no tienen nada de quimérico, pues usted ‘‘sintoniza’’ perfectamente con la realidad. Los que duermen, en su blando rinconcillo, o que se complacen entregándose a sueños estériles le irritan en grado sumo. Le dan ganas de sacarlos de su concha para que compartan sus alegrías y sus descubrimientos. Gasta a veces más energía dedicándose a los demás que a sí mismo.
Sus relaciones afectivas son apasionadas, exigentes. Gusta de dejarse guiar por sus emociones, y la fidelidad no es su cualidad dominante. Con usted, en cambio, las cosas están siempre muy claras.
Se siente atraído por aquellas profesiones que deparan una existencia activa y arremolinada. Desborda de entusiasmo, de ideas, de buen humor. Le gusta trabajar en equipo, lo que no excluye un determinado espíritu de emulación.
No le gustaría ser:
La Gamuza:
La vida es para usted algo más que un juego de todo o nada, es una larga dedicación constructiva. Desconfía de proyectos demasiado vastos o demasiado ambiciosos, de las aventuras y de los aventureros. Más interesado por el pasado que por el porvenir, usted busca una existencia tranquila y confortable, al abrigo de lo imprevisto. Cree que uno no puede realizarse más que dentro de un grupo social bien estructurado, en un cuadro a su medida, y está íntimamente persuadido de que las tareas cotidianas exigen a menudo un heroísmo más auténtico que las acciones restallantes. Quizá le falte algo de curiosidad, de entusiasmo y de audacia. El amor, para usted, es el hogar, la familia, los niños. El nido, en una palabra. Pide a su pareja que sea tierna y dulce, bien dispuesta, ya desde su primer encuentro. En caso de fracaso usted se repliega a sus posiciones y espera que su cónyuge dé el primer paso. Una vez casado, acepta sin remilgos que sea el otro el que tome las riendas de la casa.
No le gustaría ser:
El Pez:
Lo desconocido le atemoriza un poco y usted no se lanza a la acción hasta después de haber reflexionado bien. Pero ya en cuanto sabe hacia dónde va, entonces ya no se desvía hasta alcanzar el objetivo fijado. A usted le gustan las situaciones claras. Detesta los rodeos, las precauciones oratorias y las combinaciones. Sus relaciones con el mundo llevan el sello del calor humano y de la comprensión (o por lo menos usted desea que sea así). Es capaz de estimar, en particular, aquello que ha podido juzgar detenidamente.
En cuanto ve aparecer una posibilidad de éxito, realiza la conquista de su pareja sin perder tiempo, a pecho descubierto, sin trapacerías, ni romanticismos. Cuando su corazón se entrega de verdad, la situación es irreversible. Se puede contar con su fidelidad y también con sus celos.
En el trabajo, el método, el orden, la disciplina, la claridad, son sus virtudes cardinales. Lo que no excluye el espíritu de iniciativa, el dinamismo y un alto grado de eficacia. Tiene usted mucho respeto por lo que hace y tiene el sentido de los negocios muy arraigado.